Capítulo 2: Balonazo

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𝗟𝗶𝗮

Hoy me desperté y bajé a saludar a mi tía, que estaba haciendo el desayuno.

- Buenas Male - dije dándole un beso en el cachete.

- Buenas linda - dijo mientras freía un huevo - ¿ya ordenaste todas tus cosas?

- Si - dije - todo.

- Bueno, entonces deja las valijas vacías allá al lado de la puerta - dijo concentrada mientras cocinaba.

Yo asentí con la cabeza y mientras ella cocinaba, yo como ella dijo, bajé las valijas y las dejé en la puerta.

Me senté en la mesa y ella me sirvió el huevo frito.

- Male, ¿tenes que llevar las valijas a algún sitio? - pregunté - mira que son demasiadas, yo te ayudo.

- No nena - dijo - las lleva Anastasia.

- ¿Anastasia? - pregunté extrañada.

- Si Anastasia, es la sirvienta del hogar - dijo - lo que pasa es que ayer no la viste porque le di el día libre.

- Ah bien - dije.

¿Sirvienta? Pero acá son re caras, nadie se puede permitir una.

Si tanta plata tenía, ¿por qué no se mudaba de lugar?

Dejando todas estas preguntas que no me llevarían a ningún lado, me entraron ganas de jugar a la pelota.

- Male, ¿donde hay una cancha para jugar a la pelota? - pregunté.

- ¿A la pelota? - preguntó - ¿Tenes algún amigo que juegue acá?

- No Male, es para mi - dije - soy re buena jugando.

Ella dejó los cubiertos en el plato y se aclaró la voz.

- Bueno mi ciela, lo que pasa es que acá... - dijo intentando que no me alterase - no hay equipo femenino...

- ¿Qué? - pregunté - pero no puede ser, si hay minas que le dan mil vueltas a los pibes jugando a la pelota.

- Si ciela bella, lo sé, pero acá no se ve así, todavía no - dijo - pero igual si queres podes ir a ver cómo juegan.

- Si, pero no es lo mismo - dije de brazos cruzados.

- Bueno, yo te doy la dirección, si queres podes ir - dijo acariciando mi cara - dale, apunta acá - dijo dándome un papelito.

Estuve pensando si ir o no, ¿de qué me servía ver a unos pibes jugando si yo no podía? Me iban a dar envidia.

Acá son todos unos anticuados.

Después de estar tanto tiempo pensando, decidí ir, por si se me da la oportunidad de demostrar que las mujeres también podemos jugar a la pelota.

Me puse de deporte y fui a la dirección que anotó mi tía.

- Tiene que ser acá... - dije en bajo cuando vi una cancha a lo lejos.

Me acerqué y vi a un castaño manejando re bien el balón, era re lindo, tenía el número diez en la espalda, cuando iba a chutar, da al palo de la portería haciendo que rebote y de en mi cabeza.

Me dio un golpe re fuerte, haciendo que caiga al suelo.

- ¿Estás bien? - dijo un pibe acercándose a mi.

- Tene más cuidado che - dije poniendo mi mano en mi cabeza, al levantar la vista, vi que era el castaño de antes.

- Perdón, no sabía que iba a darle tan mal - dijo, y seguido me extendió la mano - me llamo Danilo.

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