Capítulo 5: Escapada

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𝗟𝗶𝗮

Llegué corriendo a casa, se estaba haciendo tarde y se suponía que yo estaba en el colegio, a si que tenía que llegar a la hora que normalmente yo llegaba.

Antes de entrar a la casa miré el reloj.

Eran las 14:37, y yo salía de clases a las 14:15, a si que estaba re bien.

Entré y me dirigí a la cocina.

- Holaa - dije alegre viendo a Male.

Ella estaba sentada en la silla de la mesa donde desayunábamos, de brazos cruzados y mirándome.

- ¿Dónde estuviste? - preguntó Male.

Tragué saliva nerviosa.

- Contéstame Lia - dijo - ¿dónde estuviste?

- En clases tía, ¿dónde iba a estar? - dije.

- Ya... - dijo levantándose y acercándose a mí - ¿y por qué hoy noté que se te olvidó tu almuerzo, y al ir a dártelo me dijeron que no estabas?

Yo me quedé extrañada.

- Estaría en el baño - dije - últimamente tengo las tripas revueltas.

- Pero me dijeron que no estabas - repitió - y no te vi.

- Pero no estaba en ese momento - dije - el resto de tiempo si.

Male suspiró.

- Bueno, está bien, te voy a creer - dijo, y seguido me abrazó - ay mi niña linda, perdóname por no creerte, se me hacía re feo pensar que te rateaste.

- No, obvio no Male, yo no soy así - dije.

- Me alegro tanto - dijo - qué suerte tuve con vos.

Me sabio un poco mal mentirle, pero le quería decir lo que estaba haciendo una vez sea más serio.

Quien dice que cuando el Jueves me vaya a probar, es decir, mañana, no me quiten de la lista por ser mujer.

Igual era eso, igual hoy hasta que no dijo Danilo no quería decir mi nombre, por ser mujer.

Evitando esas preguntas, me hice un sándwich y me fui al cuarto a estudiar.

Saqué el cuaderno de matemáticas ya que al día siguiente a primera hora teníamos el examen de mates más importante del curso.

Mientras estudiaba, me acordé que tenía lo del Linniers a la misma hora.

- Mierda - me dije.

De pronto escuché un golpe en la ventana.

Lo ignoré pensando que había sido mi imaginación, pero a los pocos segundos se volvió a escuchar.

Me asomé a la venta, y lo vi, era Danilo.

- ¿Qué haces acá nene? - pregunté.

- ¿Puedo subir? - preguntó.

- No, ¿estás loco? - dijo - si se enteran nos matan, a los dos.

- No se va a enterar - dijo - dale, es un ratito no más.

Suspire y abrí la ventana de par en par.

- Cuidado no te hagas daño al subir - dije.

Danilo contento, comenzó a subir.

Una vez arriba, comenzó a mirar todo mi cuarto.

- Es hermoso - dijo.

- Gracias - dije.

- Ojalá un día pueda tener uno así - dijo.

- ¿Cómo es el tuyo? - pregunté.

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