Capitulo 1

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"Sophia Lafountaine"

De veintisiete camas posicionadas de manera que sólo quedará un pequeño espacio entre ellas y un pasillo en medio en dirección a la salida, la única cama usada desde hace ya tres años pertenecia a la joven Sophia.

De una rara enfermedad murió Oliva Lafountaine, la madre de Sophia cuando ella sólo tenía tres meses y siete días, y de su padre no se sabía nada. Se decía que el día que llevaban a Sophia al orfanato de Polygamentos,su padre la habia abandonado;estaba casado y con hijos décadas mayores que Sophia, para el no valia la pena.

Desde pequeña intentaba mantener su lado de la cama lo más limpia he impecable al igual que su aspecto.Comía con suma delicadeza en la mesa y hablaba solo cuando lo pedían.Se aferraba a la imagen de una niña ejemplar para ser adoptada cada día que una pareja casada visitaba el orfanato.Sus ojos brillaban desde que los veía entrar desde la ventana de su cama, y mientras bajaba las escaleras imagina mil escenarios en una nueva casa con ropa y personas nuevas.Lastima que nunca la miraron a ella. Al principio no lo entendía, no fue hasta que escucho a los chicos del cuarto doce:su cabello negro azabache con mucho volumen y ondas no combinaba con su pálida piel, sus pecas parecían marcas de tinta en sus mejillas y sus ojos achinados no era nada atractivo a comparación de sus compañeras, piel quemada, cabello rubio rizado y ojos pardos.

A la edad de siete perdió la esperanza, dejo de preocuparse por ser adoptaba y empezó escapar de la realidad, escuchando a las cocineras contar historias mientras le regalaban galletas. Una noche de insomnio a los ocho años, salió de su habitación rumbo a la cocina mientras arrastraba los pies para guiarse mejor en la oscuridad.Cojio algunas galletas y se escondió detrás de un muro. Los primeros minutos disfrutaba de las galletas calientes pero sin aviso alguno,un crujido se empezó a aproximar lentamente.Sophia se hundió aún más buscando escondite sin lograrlo, desesperadamente se paro y sus ojos se hundieron en un mar azul intenso.El tenía once, su piel era un poco quemada y su cabello dorado estaba en completo descontrol, Sophia le ofreció una de las galletas, las cuál devoró en segundos con una sonrisa de satisfacción.

-Soy Alessandro - Comento con la boca llena de galleta. Sophia sonrió sin darse cuenta que estaban tirados en el suelo comiendo galletas.

Desde ese momento Sophia y Alessandro repitieron aquel ritual todas las noches. Alessandro era el único hijo del director del orfanato, no sabía nada de su madre y tampoco le importaba mucho, pasaba todo el día molestado a Sophia o practicando con la espada, con la cual desde pequeño habia mostrado un desempeño impecable,tenía una agilidad perfecta, cada que movía la espada contra el viento con tanta facilidad se elevaba del suelo y su piel brillaba.

Desde pequeño desarrollo cierta protección con Sophia, si alguien podía molestarla o empujarla solo podía ser el. A los doce años empezó a asistir a combates clandestinos, el primero en sangrar perdía.Solía llegar en la madrugada con una bolsa de monedas, su espada con gotas de sangre, y su piel completamente limpia. Sophia siempre lo recibía asustada, lo abofeteaba y repetirá que aquello era peligroso, el reía y le daba un beso en la frente para después darle la mitad de monedas.

Una tarde Sophia ingreso a la habitación de Alessandro sin ningún disimulo, cerro la puerta y se pegó a esta. Alessandro quien se abrochaba la camisa la miro extrañado.

-Alessandro ayúdame, te necesito - Se aferró a el, apretando con sus dedos su camisa - Soy una mujer,pero no me quiero casar,no ahora solo tengo catorce -chillo. Alessandro suspiro y en la tarde se reunió con su padre, pidiéndole no casar a Sophia .Su padre acepto con una condición, Sophia debía de trabajar y dar la mitad al orfanato. Alessandro le agradeció y se fue de aquella horrible oficina. Así fue como una semana después Sophia empezó a trabajar como acompañante en la casa Chester con la hija menor, Adrianna Chester, una chica de cabellos castaños y ojos pardos un año mayor que ella. Desde el primer momento Sophia y Adrianna llevaron su relación de manera amistosa, Adrianna le contaba a Sophia absolutamente todo sin ningún filtro y Sophia solo reía. Poco a poco su amistad empezó a fortalecerse, pasaban la mayoría del tiempo juntas, hablaban de cualquier cosa he ingeniaban maneras de conseguirle pareja a los siete hermanos de Adrianna, aunque las otras cinco no parecían estar de acuerdo con estos planes.

Una mañana de septiembre, Sophia deambulaba por la mansión, cuando se dió cuenta de la presencia de un chico realmente alto que no había visto nunca en aquella casa.Era pálido, de ojos pardos y cabello castaño claro.Era Robert Chester uno de los hermanos de Adrianna que estudiaba en el extranjero, al parecer el director habia fallecido asi que habian adelantado las vacaciones. Sophia lo observaba constantemente, tenía veinte años pero su rostro lucia muy joven aunque la manera en que expresaba le daba un aire maduro. Adrianna pasaba todo el día pegado a el, dándole galletas, hablando, o peinandolo.

-Que rostro tan peculiar - comento, señalando a Sophia mientras ordenaba los perfumes de Adrianna.Se había dado cuenta de la presencia de Sophia, se notaba que era joven, pero su delicadeza y la manera en la que caminaba atrapaba muchas vistas. Robert aprovechaba cualquier momento para pegarse a Sophia, aunque eran escasos, cada vez que lo lograba, Sophia extrañada le preguntaba si necesitaba algo y Robert apenado negaba sin poder mirarla a los ojos.

Así paso un tiempo, en los días previos a navidad, Robert aprovecho y compro en el mercado un perfume realmente caro y lo envolvio en un papel azul dejando una nota dentro, sus manos temblaban un poco cuando se acercaba a Sophia aquella noche, la toco del hombro y le entrego el regalo tartamudeando "Felices fiestas" Sophia le dedicó una sonrisa y agradeció el regalo, aquella noche Robert caminaba ansioso en su habitación, imaginando multiples reacciones por parte de Sophia al leer la dedicatoria.

En la víspera de navidad el orfanato siempre organizaba una cena, con música y alcohol. Todos se vestían lo más decentes posible y se sentaban en el gran comedor junto al árbol para cenar. Algunos intentaban adivinar los regalos que reposaban bajo el árbol, pero nunca llegaban a nada. Después de la media noche y abrir los regalos, Sophia llevo a dormir a cada sección femenina, y Alessandro -Como pudo- A la sección Masculina, se sentó en uno de los bancos de los largos y oscuros pasillos y empezó a reír, como costumbre, se encontraba ebrio.

- Alessandro, tienes quebranto - Le comento presionando su cuello repetidamente - Deberías irte a dormir

- Bueno... - Se limito a decir, el simple hecho de mover la mirada lo perturbaba - Tenemos exactamente ocho años conociéndonos, me atrevo a decir que eres la único chica que realmente me importa

- Nisiquiera sabes lo que dices

- Enserio - Insistió - Te conozco mejor que a mi tía, ¿Nunca pensaste en mi? - Sophia lo miro a los ojos intentado comprender mejor.

- Siempre pienso en ti - Le respondió, era obvia, no entendía el porqué de aquel discurso.

- No, no - Miro al suelo, realmente estaba ebrio - No de esa manera, ¿Sabes?

- Si, bueno, no - Dudo - Ay no, ya me asustaste - Se levantó he intento levantarlo también. Aunque no era fácil ya que Alessandro no estaba dispuesto a pararse, después terminó haciéndolo. - Vete a dormir

El se quedó allí, viendo sus pecas. Lo hacía a menudo y no sabía el porque, sólo las miraba y hasta llegaba a contar. Sophia sintió la calidez de su mano en su mejilla - Va a vomitar - pensó, arrugo un poco la nariz y se quedó sería. La distancia empezó a reducirse y Sophia no entendía nada, podía sentir el olor a alcohol cerca de ella, empezó a asustarse.

- Te amo Sophia - La miro después de sonreír con la mirada perdida. Sophia no reaccionó de inmediato, solo bajo la mirada asimilando la situación, Alessandro se fue, tropezando en el camino.

- ¡Yo también!, te amo - Le grito, aunque ya estaba muy lejos, como siempre.

Sympam: El Nacimiento De Una ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora