Ella

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Ella era como esa gota que rebosa el vaso, esa sola gota que hace que todo salga, que todo explote.

Ella era como ese sol en una tarde de invierno, ese tan inesperado que nadie es capaz de aprovechar. 

Y ella era ese recuerdo, aquel que sus arrugas van borrando, aquel que, por más que quieras no perdurará mucho más.

Y era ella ese árbol centenario, que generación tras generación da sombra a los mayores y atracción a los más pequeños. 

Y no solo el sol abrasante, también era la luna blanca, era su reflejo en el agua y su resplandor en la noche cerrada.

Ella era esa sonrisa, esa muestra de cariño, ese gesto, ese guiño, ese abrazo, esa mirada, todo en ella.

Ella era esos brazos que te envuelven en ese día de mierda, o esa mirada que te entiende cuando mil ojos te juzgan. Esa palabra en la que flotas, estando al borde del naufragio. 

Ella era tu mirada o tu oído si hacía falta, ella era esa princesa, pero como todas, fue hechizada.

Ella se volvió más fría, su sol ya no brillaba. Ella gritaba en silencio, en su mente estaba atrapada.

Ella seguía sonriendo, pero ya no era su sonrisa, era un simple accesorio que por las mañana se ponía.

Ella no podía más, su música era cada vez más ruidosa y ella más callada. Sus mangas más largas y sus comidas más pequeñas.

Pero nadie lo notaba, ella siempre estaba bien.

Ella era el universo, era todas las estrellas. Pero esta vez el Big Bang, explotó dentro de ella

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora