Aún estaban en el carruaje cuando se despertó, el corazón se le oprimía al ver que no era una pesadilla y que esa era si vida de ahora en adelante. El chico a su lado dormía profundamente, aunque temblando de frío, recordó que estaba sentada sobre su chaqueta solo porque ella no quería sentarse en la madera mojada, sintió algo de culpa así que se levantó y le cubrió con el abrigo.
El sol era intenso y hacia que el paisaje se viera resplandeciente, ella no lo veía así, solo observaba una esfera gigante que ocultaba entre su luz los pecados y oscuridad que cargaban las personas, ahora sentía que eso era malo en lugar de bueno. No quería profundizar más, su mente se quedaba en blanco la mayor parte del tiempo, su corazón se sentía vacío y la única cosa-muy pequeña, pero en crecimiento- que se hallaba allí era odio. Se odiaba a si misma y odiaba a Izan, odiaba sus sentimientos por él, odiaba la impotencia que tuvo al no hacer nada por toda esa gente que asesinó y odiaba sentir odio.
Se rió amargada en lo bajo por lo estúpida que era su lógica, luego sus ojos se aguaron, pero se limpió con su brazo antes de que alguien lo notará, no queria que pensaran que era débil ya bastante humillación había tenido con que ese chico Damián, la haiga golpeado. Miró a Adelaida que seguía concentrada en el camino y también cantando una canción de marineros.
-No me mires fijamente, mocosa. Tu mejor que nadie debe saber que es de mala educación- le regañó parando el canto.
Léa se encogió de brazos y desvío la mirada, ya no tenía familia, por lo tanto ella ya no pertenecía a la aristocracia. Era mejor no decir nada sobre su pasado.
-¿Por qué eres tan enojona? Pareces una anciana de ochenta años, te verías más bonita sonriendo.
-Yo no necesito sonreír para ser bonita.
-Vaya que eres egocéntrica.
En eso se equivocaba, tenía muchas inseguridades desde hace años y la más reciente era su cuerpo, que cubria a toda costa. Incluso llevaba un vestido de mangas largas, estaba todo destrozado por dormir en el piso y esconderse a veces en arbustos. Ahora que lo notaba, no se había bañado en días, seguro olía fatal. Una más que agregar a su lista de cosas vergonzosas.
-¿A dónde vamos?- se animó a preguntar.
-Ya te dije, a un campamento, o algo parecido- contesto restándole importancia.
¿Sería un campamento militar? Seguía maravillada con la forma de pelear de ambos y estaba decidida a llegar a ser como ellos solo para alcanzar su objetivo. Aunque sentía que iba a ser algo muy diferente a lo que su imaginación le decía.
Hicieron varias paradas, antes de llegar a un muelle.
-Yo iré a comprar los boletos, usted pueden ir a comprar algo de comer o hagan lo que quieran, estaré aquí en media hora- se despidió Adelaida.
-¿Vamos a salir del reino?- se dirigió a Damián con nerviosismo.
-Sí- respondió él con una sonrisa.- No te preocupes he hecho esto por años, no se hundirá el barco.
-No lo digo por el barco, idiota.
-Voy a tener que acostumbrarme a que seas de carácter fuerte.- las palabras que le dijo resonaron en su cabeza. Eran parecidas a las que Owen le dijo hace varios años. Se le cristalizaron los ojos al recordar a su amigo ya muerto.- Espera, no, no,no,no. Por favor, no llores. Ven te compraré un helado.
-¡No soy una niña!- se limpió las lágrimas que amenazaban con salir y le dió la espalda.- Ni se te ocurra sentarte a mi lado en el barco.
-¿Por qué?- preguntó Damián con un tono de bebé. Era irritante- No me digas que te caigo mal, solo por golpearte unas cuantas veces- se mofó.
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HIRED ASSASSIN
FantasyQuién diría que la joven Léa se convertiría en la "llama oscura" una asesina a sueldo increíblemente ágil para su corta edad ¿qué o quién la había convertido en eso? No fue hasta que vio a Owen Davies, un amigo de la infancia que pensó que estaba m...