El viaje después del barco fue mucho más tranquilo, el aire de ese lugar era fresco y vigoroso. Damián conducía está vez, Adelaida organizaba algunos papeles que no le mostraba y ella solo se dedicaba a observar el espléndido paisaje. Llegaron a un campo con un muro enorme, más de cincuenta metros de alto, parecían hormiguitas.
Damián chifló y las puertas del muro se abrieron. Le recordaba a un cuento donde los ladrones hacían que el mar les diera paso a su guarida secreta. Dejaron el carruaje en la entrada, y caminaron por el campamento. Era un poco diferente a lo que pensó que sería, no era militar y se daba cuenta de ellos por los hombres y mujeres con miradas aterradoras y cicatrices en la cara, tatuajes de animales y símbolos raros, las armas eran catanas, ballestas, arcos y flechas y un sin fin los cuales desconoce si nombre.
Llegaron a una torre con las escaleras tan largas que se mareaba de solo mirar. Subieron escalón por escalón hasta pasar por pasillos y volver a subir, llegaron a una puerta de color blanco, Adelaida la tocó sutilmente y una voz femenina, pero gruesa, les dio paso.
-Jefe- saludaron sus compañeros al unísono- le traemos noticias del reino de Riboul. Y...
-Traen a una niña. Interesante- juzgó la mujer.
La miraba de arriba a abajo con demasiada determinación, Léa (Eleonor) hacía lo mismo solo que ella le daba mucha intriga quien era ella y a que se dedicaban todos los que se encontraban allí.
-Jefe, ella es Eleonor- la presentó Damián.- la encontramos saliendo del reino de Riboul, parece ser sobreviviente de la captura.
La mujer se levantó de su asiento dirigiéndose hacia ella con pasos lentos, le cogió de la barbilla y acerco su rostro lo suficiente para que Eleonor analizará cada poro de su morena piel.
-Dime muchachita, ¿Qué haces aquí? ¿Por qué decidiste entrar a un grupo de asesinos?- le cuestionó mirando sus ojos.
¿Asesinos? Entonces tenía razón, ellos no eran militares y las dudas que tenía sobre ese lugar que le habían dicho se le aclararon de golpe. No le sorprendió tanto, ya se esperaba algo como eso, pero si se sentía extraña de estar al lado de personas que podrían cortar su cuello en segundos, con razón peleaban tan bien y tenían una resistencia increíble. ¡Eran asesinos! La verdadera duda aquí era saber que clase de personas mataban. Sin embargo era algo irrelevante por ahora.
-Respondeme- exigió ella.
-Quiero aprender a pelear como ustedes, porque yo también quiero matar a alguien- dijo con determinación, ella iba a matar a Izan Davies, y ellos eran los unicos que podrían enseñarle como hacerlo.
-Esto es aún más interesante. Dime, es tan fuerte tu deseo como para dejar todo, tú familia, identidad, incluso podrías perderte a ti misma entre tanta oscuridad.
-Si señora.
-Bien, puedes unirte a nosotros, pero te advierto que el camino de aquí en adelante será duro y peligroso.
-Estoy bien con eso.
-Asignen una habitación para ella, dejen que se acople al campamento un par de días y que comience su entrenamiento lo más pronto posible.- les mandó a Adelaida y Damián-. Mientras tanto ayudarás a los escuderos, todos tenemos trabajos aquí, tú no serás la excepción.
-si señora- aceptó firme.
Adelaida dijo que tenían que hablar algo con ahora su jefa, Damián y ella se dirigían a otra torre con infinidad de cuartos.
-Esta será tu habitación a partir de hoy, todos nos levantamos temprano, casi a las cuatro de la mañana, tienes que estar lista para esa hora, el trabajo de los escuderos es sencillo, pero no menos importante, te asignarán un tutor para que empieces a entrenar. Si captas todo eso creo que también me puedo ir a mi cuarto. Adiós.
Eleonor miró algo confusa al chico que acababa de irse ¿Dónde se fue ese chico bromista y molesto? Por una parte era un alivió. Tal vez ya no se aburrió de jugar con ella y buscaría a otra persona a quién joderle la vida.
Tomó un largo bañado, quería sentirse limpia y después de unos minutos meditando en su cama se quedó dormida.
Despertó confusa, estaba en su habitación, no obstante, no era del campamento, es la que tenia en la mansión Falcó. Se levantó miró al rededor, sí, definitivamente era su habitación, confirmando que estaba en un sueño.
-Snif, snif- sollozo alguien.
En la esquina de la habitación se encontraba Izan llorando, la miró con desconcierto y sus palabras salieron sin pensarlo.
-Perdón.
-Mataste a todos ¿Y ahora pides perdón?- dijo irónica.
-No los quise matar.
-No me digas...
-Ellos, ellos... me obligaron.
-¿Quiénes?
Él no contestó y desvío la mirada, en su lugar le pidió algo.
-Matame lo más pronto posible, pero no solo a mí, sino a todos detrás...
-¿Detrás de qué...?
Antes de que Izan respondiera, se despertó en la vida real, estaba acostada en la cama que recordaba haber dormido. Malhumorada se levantó, se vistió fugazmente y se dirigió a dónde provenían los pasos que la despertaron. Seguro que su sueño fue para recordarle que debía de cumplir su promesa y que no podía creer las palabras que salieran de su sucia boca.
-Izan pidiendo perdón, sí como no.
Siguió a todos las personas hasta afuera de la torre y comenzaron a trotar en círculos. Eleonor solo se quedó mirando atontada ¿Tan temprano y haciendo ejercicio? Una mano le tocó el hombro, Adelaida le dedicó una mirada compasiva.
-Tengo que salir a jugar un momento, tú te quedas en esa area- señalo donde estaban las armas- Ahí encontrarás a Edwin, es el escudero.
***
Hola mis amores ¿Cómo han estado?
Recuerden que Léa se cambió el nombre a Eleonor, así que de ahora en adelante la llamaremos así.¿Les ha gustado este libro? ¿Sugerencia para mejorar los errores? Estaré feliz de leerlos.
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HIRED ASSASSIN
FantasyQuién diría que la joven Léa se convertiría en la "llama oscura" una asesina a sueldo increíblemente ágil para su corta edad ¿qué o quién la había convertido en eso? No fue hasta que vio a Owen Davies, un amigo de la infancia que pensó que estaba m...