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𝚈𝚞𝚐𝚒 𝚙𝚘𝚟

-¡Oye!, ¡regresame eso, es mio!- Le grité a mi amigo, estaba escribiendo un mensaje a mi abuelito diciendo que me iba con mis amigos al karaoke, estaba por enviar el comunicado hasta que Yusei me quita el celular y lo pone encima de su cabeza y se puso a leer lo que tenía escrito, salté lo más alto que pude pero aún así no lo alcanzaba en nada.

-¿Lo quieres?- Dijo Yusei.

-¡Si!, ya damelo.- Se iba corriendo como loco.

- ¡Yusei Fudo!, vas a ver cuando te atrape.- Lo amenazé.

-¡Inténtalo!-

-¿Me estás desafiando a caso?-

-¿Tu que crees?-

-¡Tú te lo buscastes!-

Corrí detrás de él como loca, lo bueno es que la mochila no pesaba tanto para tener más agilidad para moverme, apenas lo tuve cerca de mi agarré la parte posterior de su camisa y cayó al suelo de espaldas encuma mio y mi celular cayó y rodó por el suelo haciendose añicos, como si fuese el crital más frágil, mis amigos y Atem oyeron el fuerte golpe y fueron a checar que nos pasaba, primero me fijé en la persona en que ahora más me preocupaba.

-¡Lo siento!-

-Auch, eso si dolió.- Se logró sentarse corrctamente el la acera de la calle, se revisó brazos y piernas para ver si se había roto o lastimado, suspiró aliviado al no encontrar nada, lentamente pudo levantarse del suelo, me ofreció un mano y con gusto iba aceptarla, hasta que siento que alguien detrás mio ya lo hace por mi cuenta, ¿ahora que le pasaba a él?

-gracias...- Murmuré.

-Realmente no era necesario que hicieras eso.- Le dije apenada.

-No digas eso, ¿te hicistes daño?- Toca mis manos delicada y cuidadosamente, solo fueron como pequeños roces, pero yo sentía que mi corazón palpitaba por la adrelina y felicidad que, aunque eran simples tratos, para mi era ya demasiado.

¿Cuánto se puede amar tanto a alguien?

Llegué a sentir un ligero ardor en la zona en donde llegó a tocar sus dedos bronceados e hice una mueca de incomodidad, Atem se da cuenta de eso, y, antes de dejar mi mano tranquila da un beso en la palma de mi pequeña mano.

La dejo caer sin fuerzas, y me pongo a su costado para seguir caminando, casi en automático. Yusei me pide disculpas la cual lo acepte, yo fui la que tenía la culpa, no debí hacer esa imprudencia.

-Al fondo, a la derecha, cuarta puerta, sigan.- Dijo la señora con una cara de pocos amigos.

Ya estaba a punto de anochecer, el cielo ya se tornaba en sus colores grises, negros y si ponías atención morado oscuro, un lindo espectáculo natural. Llegamos al pequeño cuarto de karaoke, era todo simple para la cantidad considerable de yenes que pagamos para el ingreso, pero ya no importaba, había sillones que estaban apegados a las paredes de color beige, una pequeña pantalla parecida a la de un televisor estaba ubicada en la mitad de la pared al frente de nosotros, el suelo era de una madera clara pero algo desgastada, los años que han pasado le han hecho factura, que yo recuerde no se veía en tan malo estado, estoy hablando como hace dos años atrás y puede que las cosas obviamente hayan cambiado.

Me senté en el sillón de color negro, dejé a un lado mio mi mochila, saqué el teléfono que estaba hecho pedazos en todos los sentidos posibles, no tenía el celular más caro y más actual que digamos, era algo liviano, pero servía, eso era lo que me interesaba.

-Demonios...- Maldije. Tiró el celular al  sillón, el cual rebotó por un milisegundo y se quedó en la posición en que lo dejé. Enterré mi cabeza en mis manos sintiendome frustada, y buscando una solcución, no le iba a decir que me compraran uno nuevo y mucho menos que lo repararan, de hecho este tipo de celulares ya ni los hacen, sería dificil comprar uno, y digo el más barato del mercado claro esta. Aparte no le había dicho a mi abuelito que iba a llegar tarde esta vez, ya que a Yusei se le ocurrió corretear con el como si solo fuera un peluche.

 𝑳𝒂 𝒎𝒆𝒍𝒐𝒅𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏‖ ʙʟɪɴᴅꜱʜɪᴘᴘɪɴɢ ‖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora