XI

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𝚈𝚞𝚐𝚒 𝚙𝚘𝚟

-Oye, ¿Yugi?- La sacudí pero solo soltaba pequeños quejidos.

-¡Despierta!, vamos...- Le di unos leves toques en sus mejillas, pero nada, ni siquiera hizo el movimento de abrir sus ojos.

Pues claro, esta niña se le ocurre salir aun sabiendo que estaba enferma.

No podía simplemente dejarla aqui votada en medio del callejón sabiendo que sabe que le pudiera pasar, podria estar irritado y todo eso, pero en el fondo me llenaba de una extraña felicidad tenerla en mis brazos. No conocía donde vivía, iba ser muy grosero de mi parte de llevarla a un lugar seguro.

-Espero que me perdones, Yugi.- Dije y pasé mi brazo atrás de sus rodillas y puse uno de sus brazos alrededor de mi cuello, cargándola al estilo nupcial la llevé hacia la motocicleta en donde había ido yo para llegar hasta el instituto. En este deseé con toda mi alma haber ido en auto, sería mucho más practico que una simple motocicleta.

Terminé haciendo maniobras para poder que ella y yo estuvieremos cómodos durante el recorrido que iba a hacer, alguna que otra persona me veía de mala forma, no es que sea normal que encuentres a un sujeto llevándose a una joven, ignoré todo eso para no sentir la verguenza en mi sistema.Busqué las llaves en los bolsillos de mi chaqueta y pantalones de cuero, no soy fan de usar uniformes y me vale lo que piensen los demás, aunque la mayoría de la gente siempre se lo pensaba dos veces antes de darme órdenes, lo detesto.

Apoyé mi peso rn una sola pierna para poder encender el vehículo, el ruido del motor me decía que ya solo faltaba tomar vuelo y arrancar tocando los pedales, pero antes de eso me vuelvo hacia Yugi para ponerle mi casco, no vaya ser que nos pasará algo y ella saliera peor de lo que ya estaba.

El único lugar en donde se me ocurrió como una especie de refugio fue mi propia "casa", lo digo así por que practicamente era una gran mansión para mi, desde que pude largarme lejos de mis padres me decidí instalar aqui, era un lugar algo apartado...

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El único lugar en donde se me ocurrió como una especie de refugio fue mi propia "casa", lo digo así por que practicamente era una gran mansión para mi, desde que pude largarme lejos de mis padres me decidí instalar aqui, era un lugar algo apartado de la zona urbana, por lo que el único ruido solo era el sonido de las hojas noverse debido al aire que pasaba y el cantar de los pájaros.

Llegué a un grande garaje que tenía, la motocicleta solo ocupaba un cuarto del lugar, en donde tenía más vehiculos, más que todo de lujo, ventajas de haber nacido en una familia adinerada, aunque hay veces que se les suele subir su orgullo por eso.

Estacioné y apagué la motocicleta, salté literalmente de mi asiento para auxiliar a Yugi.

No estaba tan mal como antes, el enrojecimiento en sus mejillas ya era casi inexistente, eso era un gran alivio .
La volví a cargar para llevarla a la parte principal de la casa, la sala.

Se removió un poco pero aún asi ni siquiera se inmutó.

-¿Donde...estamos?- Preguntó una voz baja, al principio me desconcerté pero luego de saber de quien venía la pregunta me relaje.

-Tu tranquila, pero si serás ¿eh?- Dije, saqué las llaves de la entrada de la casa para abrir la puerta, se oyó un suave click al desbloquearse y logré entrar a mi hogar.

-¿Que quieres decir?- Prengunto Yugi ya casi dormida, pobrecita.

-Mejor cierra los ojos, después me dices lo que quieras decirme, ¿vale?- No dijo nada después de eso.

No era una persona que recibiera visitas a diario, lo cual no tenía un cuarto de invitados, el único lugar agradable por así decirlo sería mi habitación, no tenía más opcion.

En el lugar rara vez aparecía un sirviente deambulando por la casa, añgunos me saludaban diciendo "Sr. Sennen" se inclinaban y por el mismo camino se iban hacer otras cosas.

Subí las escaleras más largas de toda mi vida, llegué a la puerta de mi habitación, a suerte busqué el pomo de la puerta, cuando la encontré la abrí de una sola y por las mismas la cerré de una patada sonando un fuerte estruendo pero era lo de menos ahora.

Caminé hacía la cama tamaño king que se ubicaba en el centro del cuarto, era algo grande el lugar, lo más básico, un armario del porte de una habitación más, ni se diga el baño, una mesita de noche a lado de mi cama, un balcón con vistas lejanas a la ciudad, era mucho mejor cuando era de noche, se podía tener una vistas increíbles, un par de ventanas con coetinas carmesí por ahí y por allá, un televisor con un par de sillones de cuero negro con algunas consolas de videojuegos tiradas por doquier, odio el desorden, pero no tuve tiempo en la mañana para arreglar algo la habitación, pero estaba decente.

Ubiqué a Yugi muy lenta y cuidadosamente en la cama tratando de no perturbar su sueño ligero, ella se aferraba a mi de vez en cuando como si fuera un peluche gigante, me reía porque era demasiada tierna en cierto modo, poco a poco toco el suave colchón y ella misma se acomodó para dormir, encontró una almohada solo con pequeños toques a sus lados y la abrazó sin más. Todavía llevaba su uniforme puesto, me imaginaba que debería ser algo incómodo, me acerqué a ella y de una manera que no sabría explicar pude sentarla por un momento, su cuerpo quedó colgando sin fuerzas, solo quería quitarle el abrigo, ya de por si estaba sufriendo del calor provocado por la fiebre.

Con toda mis fuerzas me armé de valor y me repetía a cada rato que no mirara en donde no debería mirar, pero me di cuenta que para ser un cuerpo pequeño tenía sus disimuladas curvas, espantando todas esas locas ideas de mi mente, deslizé el abrigo por sus delgados hombros de a poco, cerré los ojos solo por que no quería romper la promesa que me hice hace solo un rato, terminé de quitarlo y lo enrrollé a modo de tamal y lo dejé en la mesita de noche.

Volví acostar a Yugi y me dediqué a observarla, tenía una linda apariencia , incluso en su estado de malestar parecía un ángel caído del cielo, su piel de un color parecido a la porcelana, esas largas pestañas negras que descansaban sobre sus mejillas sonrojadas debido a la fiebre que tenía, su mechón rubio revelde que siempre estaba en su frente estaba algo pegado debido al sudor, su cabello se veía extremadamente suave, me pregunto si será verdad.

A tientas y dudoso acerqué mi mano hacia su cabello, toqué con la pinta de mis dedos el sedoso cabello, y si, no me equivocaba, era muy suave,me dediqué a cepillarlo con mis propios dedos para darle algo de confort y tranquilidad, después de aburrirme acerqué mi mano esta vez a su rostro, con pequeños toques fantasmas trazé pequeños caminos por su nariz y sus mejillas que irradiaban cierto calor enfermizo, llegué aún punto de tocar sus labios, mis sentidos se dispararon por completo y la dejé, aparte mi mano sacándome la idea de poder besarla, era absurdo, pero en gran parte lo quería con todo mi ser.

Al final salí de la habitación para dejarla descansar. No sin antes decirle a uno de mis sirvientes que le cambiaran de prendas.

 No sin antes decirle a uno de mis sirvientes que le cambiaran de prendas

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¡chauuu💜!

 𝑳𝒂 𝒎𝒆𝒍𝒐𝒅𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏‖ ʙʟɪɴᴅꜱʜɪᴘᴘɪɴɢ ‖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora