XXVII

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𝚈𝚞𝚐𝚒 𝚙𝚘𝚟

—Ven, muévete, te voy a llevar a casa—dijo atem lanzándose un casco de motocicleta, me dejó algo perpleja, sin embargo, aunque me negara a ir con él en el fondo lo quería.

—No lo haré, iré sola, no te preocupes—dije y seguí viendo mi celular, murmuré algo por lo bajo, maldición, me estaba quedando sin batería.

—No te pregunté— casi me río—tú no me dices que hacer—.

—Si tanto quieres que me vaya de tu casita de pobre pues me retiro, pero no me trates como una niña, por que no lo soy—.

—Bueno si, quiero que te larges de una buena vez—.

Este crío nunca cambia.—Sigues siendo igual de inmaduro.

—No me importa—Dijo Atem. Fue hasta la puerta para salir, vaya que se tomó enserio con lo de llevarme a mi casa, pero, aguarda un segundo...

—¡Oye!

—Dime.

—¿Sabes aunque sea donde vivo?

—Tú que crees—me guiñó un ojo, y yo luche con no sonrojarme.

—Eres un...

Atem negó con el dedo divertido—acepta que no me superas—.

Si, capaz tengas razón, pero no es para que me  hagas avergonzar a cada segundo, se compasivo aunque sea una vez en tu miserable vida— guardo el celular en los bolsillos de mi pantalón y me levanto del mueble refinado.

A regañadientes salí de la casa tras él, con la mirada baja y fijada en el suelo.

—Asi que...— me miró—¿aceptas a que te lleve a casa?—.

Lo miré un poco escéptica, pensé que era algo lógico.

—¿Por qué crees que te seguí?

Se encogió de hombros—solo preguntaba...Aibou—.

—Creo que te he dicho que no me vuelvas a dirigirte a mi de esa forma—dije, quiero que le quede claro.

—Te llamo como se me pinta la gana—le saqué el dedo de el medio, y él se ríe.

—¿Desde cuando eres así de atrevida?

—¿Desde cuando te volvistes un fastidio de persona?

Me cruzé de brazos, respiré hondo para calmarme—se está haciendo tarde, si tanto quieres dejarme en mi casa que sea rápido.

—Así me gusta. Andando—dijo Atem. Pasamos por los grandes jardines, estaban muy bien decorados; y el pasillo floral era tan bello de presenciar, tantos colores vivos y toda clase de aromas pertencientes de toda la vegetación.

La pregunta que rondaba siempre en mi mente—desde que llegué a la casa de Atem por primera vez— era si él vivía solo, sin familia o alguna clase de mascota. Creo que es un poco grosero de mi parte, pero la curiosidad me mata.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Ya la hicistes.

—Eso no dió risa, y hablo enserio.

—Yo también te hablo enserio cuando te digo que te extraño tanto.

Me quedé parada en medio en el camino del campo de flores.

—Retira lo que dijistes.

—¿Se puede saber porqué?

—No quiero volver a oir esas palabras de alguien como tú.

 𝑳𝒂 𝒎𝒆𝒍𝒐𝒅𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏‖ ʙʟɪɴᴅꜱʜɪᴘᴘɪɴɢ ‖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora