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Después de una larga e interminable noche de lágrimas y suspiros, al fin desperté.
Abrí los ojos lentamente, sintiendo el frío del suelo penetrar mi piel y calar hasta mis huesos. Me incorporo con dificultad al sentir el dolor punzante que se acumulaba en cada centímetro de mi cuerpo, por haber pasado la noche en el piso de esta habitación desconocida y lúgubre.

Parpadeé varias veces, tratando de acostumbrarme a la oscuridad que me rodea.
Aún no he logrado recordar cómo he llegado a este lugar, ni siquiera quién soy.

Las lágrimas de la noche anterior ya estaban completamente secas, pero pocas de ellas continuaban levemente humectando mis mejillas.

«¿Este lugar será bueno o malo?
No lo sé, pero algo me dice que debo escapar de aquí cuanto antes.»

Rápidamente sacudí mi cabeza, espantando aquellos pensamientos pasajeros que se acumulaban en mi mente.

Automáticamente mis ojos se posaron en un plato con comida instantánea, la cual se encontraba acompañada de un vaso de plástico repleto de agua. Mi estomago dio un vuelco y luego otro, retumbando de hambre mientras recordaba que no había comido nada desde ayer. Sin pensármelo dos veces me abalancé sobre la comida, devorando cada bocado con voracidad sin importar su grosor o textura. El sabor salado y artificial de esta llenaba mi boca, pero no me importaba cuan malo supiese, solo me importaba saciar el hambre que traía conmigo misma. Agarro el vaso con brusquedad y bebo un poco de agua, dando por terminada la pequeña comida.

Me había llenado por completo y solo tenía ganas de dormir. Aguanté y aguanté mientras intentaba recordar cómo es que he llegado acá, tratando de no caer en un sueño profundo.

Forzando mi mente cada vez más, solamente puedo recordar algo.

Lihgt.

Es un nombre, pero no se como lo se. Simplemente algo me lo dice, lo percibo, lo siento.

Y luego de pasar un largo rato intentado recordar cada vez más cosas, solo logro quedarme completamente dormida.

***

Ya no recuerdo cuánto tiempo he pasado en este horrible lugar y anhelo con toda mi alma poder huir de aquí pronto.

Las mañanas fueron cortas, mientras las noches fueron largas y sempiternas.

Mis días se resumieron en lo siguiente:
Despertar, comer, pensar en cómo salir de aquí, desesperarme y llorar hasta quedarme completamente dormida.

Hasta que un día todo comenzó a cambiar.

Abrí mis ojos súmame cansada; y luego de un rato pude visualizar el plato con comida a unos metros de mi.

«Wow, mi comida favorita. Comida instantánea. ¿Quién lo diría?— Replicó mente con ironía.»

Mientras me acercaba hacia este como todos los días, alguien carraspeó. Automáticamente gire la cabeza, confundida.

Y ahí estaba ella, apoyando su espalda contra la pared, mirándome de arriba a abajo con una ceja arqueada.
La poca iluminación de la habitación resplandecía en su piel color caramelo. Sus ojos, profundos y misteriosos, eran como dos pozos de tinta negra que absorbían la luz y la devolvían con un brillo cautivador. Su pelo era un exuberante afro de color ébano el cual enmarcaba su rostro con una elegancia natural, desafiando la gravedad con cada rizo perfectamente formado. Cada rasgo de su cara parecía haber sido meticulosamente esculpido por la mano de la naturaleza, ya que emanaba una belleza exótica y atrayente, como si estuviera imbuida con los secretos de antiguas civilizaciones. Su estatura, imponente y majestuosa, la hacía destacar.
A pesar de su apariencia, irradiaba una calidez y amabilidad que invitaba a acercarse. Pero a la vez emanaba una extraña aura aura de "Si me tocas te mato"

Que comience el juego [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora