43) 1939

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— ¿Qué vamos a hacer?

Preguntó la pelirroja susurrando mientras miraba a su marido con una expresión de preocupación. Ambos estaban refugiados en unos escombros a las afueras de la ciudad mientras el sonido de las explosiones llegaban a ellos.

— Tenemos un hijo...

— ¡Lo sé, ya lo sé! —exclamó el esposo desesperado—. ¿Crees que sé siquiera si voy a sobrevivir? ¡No quiero volver a luchar... Y mucho menos quiero ser un padre ausente!

Se acercó a su mujer y le tomó de las manos, acariciando éstas con sutileza, luego suspiró y juntó sus frentes, ambos cerraron los ojos.

— No quiero que mi niño viva esto, no quiero que se lo lleven... —murmuró la esposa.

El niño de quién hablaba se encontraba jugando con unas piedras al otro lado de los escombros, no estaba enterado de lo que sucedía, y menos entendía porqué tuvieron que huir de su hogar.

— Los están cazando como animales, no voy a permitir que me quiten a mi hijo. —abrió sus ojos para mirar a su esposo—. Si tengo que luchar o asesinar lo haré, ¿Me entiendes? No dejaré que le hagan daño.

El señor inmediatamente cubrió a su esposa detrás de él cuando escucharon que alguien se acercaba. La mayor llamó a su hijo quien corriendo se acercó y escondió detrás de su madre. Ahora los tres miraban a una sola dirección, poco a poco se visualizó una sombra que se hacía cada vez más grande, hasta que un hombre apareció.

Se detuvo en secó al ver a la familia, y el padre de familia dio un paso al frente para proteger a su esposa e hijo si en dado caso ese desconocido atacaba.

— ¿Quién eres?

— Qué... —apenas pudo hablar debido a la sorpresa.

Su expresión era mala, parecía no sólo sorprendido de encontrar a esas personas ahí, sino que también se veía perturbado, asustado y triste. Algo que claro confundió a la familia, pero también aterro.

— ¡¿Quién eres?! —volvió a cuestionar el esposo—. Si quieres hacerme ir a la guerra lo haré, pero si te atreves a lastimar a mi familia...

Se calló cuando el desconocido cayó al suelo.

— ¿Son los únicos sobrevivientes? —preguntó con la voz temblorosa.

— ¿Eh?

— ¿Cuántas personas sobrevivieron? —volvió a cuestionar.

— No lo sabemos. —respondió la mujer avanzando un paso aunque su esposo quiso detenerla—. Tuvimos que huir cuando ellos empezaron a llegar, no esperamos a nadie.

— ¿Huyeron solos...?

— Tuvimos que hacerlo. —nuevamente contestó—. Ellos estaban cazando a las personas homosexuales, y nosotros... —tragó saliva con duda y miró de reojo a su niño—. Tenemos un hijo gay...

A pesar de que decidió decirlo, ocultó un poco más a su hijo cuando el desconocido miró al pelirrojo detrás de ella. Sí, tenía miedo de él pero tenía más miedo de estar sin ayuda, de quedarse ahí en medio de la nada.

— Cuando supimos que habían tomado a un niño gay unas cuantas calles arribas y que habían asesinado a su madre sin piedad no tuvimos otra opción que correr...

— Tenemos que escondernos. —ahora habló el esposo finalmente expresando su vulnerabilidad—. Amo a mi familia, quiero estar con ellos, quiero ver crecer a mi hijo, quiero verlo enamorarse de un chico, quiero verlo feliz, casado... Por favor, no nos hagas daño.

Chico Raro ᵏᵒᵒᵏᵐⁱⁿ ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora