Día 15: Superficie | SasuNaru

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Desde que Naruto fue capturado por un navío pesquero bajo las órdenes de Sasuke, no tuvo otra alternativa que confiar en él, a pesar del panorama incierto que enfrentaba. Uchiha le dio su palabra de dejarlo ir si conversaban un rato para recordar el suceso que los unió. Por fortuna, así fue. El coleccionista se encargó de sostener al joven entre sus brazos y liberarlo al mar, con la petición de que lo visitara en la superficie. El rubio solo asintió con la cabeza antes de nadar hacia las profundidades. De alguna manera, el atractivo hombre lo ponía nervioso; jamás pensó que el adolescente que había salvado unos años atrás se convertiría en alguien tan reconocido.

Pasaron varias semanas y Naruto siempre subía, pero únicamente asomaba la mitad de su rostro sobre el mar, tomando la precaución de mantenerse lo más alejado posible de cualquier barco. La experiencia que le tocó vivir no fue nada agradable, ya que terminó enredado en una red de pescar y luego fue aprehendido con grilletes en un estanque. Sin embargo, se sentía con la obligación de ver al moreno, o quizás buscaba una excusa para engañarse a sí mismo pensando que solo era por cumplir un supuesto pedido que no tenía lógica. Después de todo, Uzumaki pertenecía al lecho marino y ni siquiera existía una posibilidad de formar un vínculo con alguien de distinta especie como Sasuke.

Aunque Uchiha tenía que supervisar sus negocios, trataba de ir con frecuencia al mar para ver si se encontraba con la sirena de cola dorada. Lamentablemente, Naruto no deseaba aparecer, al menos eso pensaba Sasuke; de hecho, no se arrepentía de haber liberado al rubio, sin importar la suma exorbitante de dinero que gastó en capturarlo. En realidad, quería conocerlo y tal vez terminar siendo su amigo, pero no fue suficiente, ya que hasta ahora no había regresado. Era verano y en Japón solía ser común que el ambiente se tornara caluroso, así que decidió meterse al agua con la esperanza de ser sorprendido por el chico de ojos azules.

—Nunca entenderé por qué los humanos creen que saben nadar —comentó Naruto, rodando los ojos mientras flotaba alrededor del moreno—. Por eso es que casi te ahogas aquella vez que te rescaté.

—¡Vaya! ¡Así que esa es la forma de saludar en tu hábitat, con un llamado de atención! —expresó Sasuke con una sonrisa ladina, girándose para observar a Naruto—. En la superficie se suele dar un beso apasionado, si quieres te puedo enseñar.

El rubio arrojó agua hacia el rostro de Uchiha, sintiendo sus mejillas calientes debido a la vergüenza. Sabía que el hombre estaba bromeando con él, pero no podía evitar cohibirse ante la sugerente propuesta.

—No trates de burlarte de mí, conozco bien las muestras de afecto —respondió la sirena, desviando la mirada—. Las criaturas del mar no son tan diferentes de las personas; también hacen lo mismo.

—¿Acaso tienes pareja, Naruto? —preguntó con curiosidad Sasuke, intentando no parecer ansioso por la respuesta.

—¡Por supuesto que no! —contestó molesto el rubio, volviendo a salpicar a Uchiha—. ¡Eres bastante entrometido!

—Eso significa que tengo una oportunidad para conquistarte —susurró el moreno, acercándose a la sirena—. Parece que no te soy del todo indiferente, Naruto.

Uzumaki abrió sus grandes ojos azules con sorpresa, haciendo el amago de huir, pero fue apresado repentinamente por los fuertes brazos de Sasuke. Solo atinó a aferrarse del cuello por reflejo.

—Se te está haciendo costumbre agarrarme cuando quieres —musitó Naruto, fingiendo molestia.

—Puedes irte y no lo haces, indirectamente me estás dando la razón —argumentó con seguridad el de ojos negros, sin querer dejar ir a la sirena—. ¿Por qué no viniste antes?

—Sí lo hice, pero tuve miedo de que algún barco pesquero me atrapara de nuevo —dijo Uzumaki, mirando fijamente el rostro de Sasuke—. Por eso evitaba acercarme; estaba esperando que entraras al mar.

—Entonces todos los días vendré aquí para estar contigo —aseguró el coleccionista, acariciando la mejilla del rubio.

Sasuke cumplió con su palabra; cada día se encontraba con la sirena, alejados de las miradas indiscretas. Podían pasar el resto de la tarde juntos, hablando de trivialidades sobre la gente que estaba en la superficie y de las distintas especies de las profundidades. Ambos se sentían cómodos con la compañía del otro, y fue inevitable que reprimieran sus sentimientos. Cuando la noche caía, se convertían en dos amantes que no dudaban en demostrarse cuánto se amaban.

Notas de la autora:

Esta fue la continuación del Día 7: Capturada, pero le falta un capítulo más que será con la temática de otro día.

Gracias por leer.

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