Mingyu se sentía inquieto. Nervioso.No podía recordar la última vez que se había sentido tan inquieto.
Lisa estaba acurrucada a su lado, viendo la televisión, pero él estaba medio tentado a empujarla lejos y… y hacer algo más.
Afuera, el viento aullaba de a ratos abajo en la calle, ahogando el rugido lejano del tráfico.
Mingyu estiró el brazo sobre el respaldo del sofá y tamborileó sus dedos en la tapicería.
– ¿Qué es lo que te pasa? – Lisa dijo, volviendo la cabeza hacia él.
– Estoy Aburrido, – dijo. Era una explicación tan buena como cualquier otra. Quizás él estuviera aburrido. Nunca había sido un fan de la temporada de feriados.
– ¿Quizás yo pueda entretenerte? – murmuró con una sonrisa, deslizando los dedos a su entrepierna.
Mingyu lo consideró. El sexo era una buena idea.
Tal vez fuera exactamente lo que necesitaba para deshacerse de esta extraña inquietud.
– De acuerdo, – dijo. – Chupámela.
Se echó hacia atrás mientras Lisa se sentaba en el suelo delante de él.
Mingyu cerró los ojos.
Ella era buena chupándola, pero hoy le tomó un tiempo para ponerse duro. Tenía problemas para apagar su cerebro, e incluso cuando finalmente se corrió, fue apenas satisfactorio.
Su inquietud seguía allí.
– Gracias, – le dijo a Lisa, subiendo el cierre de sus jeans.
Ella le dirigió una mirada extraña, pero no dijo nada, acurrucándose en su costado de nuevo.
Mingyu fijó su mirada en la pantalla y tamborileó los dedos sobre el respaldo del sofá.
Lisa suspiró.
Después de lo que pareció un siglo, el timbre sonó.
Aliviado de tener una excusa para dejar el sofá, Mingyu fue a abrir la puerta.
Ojos marrones chocolate y labios carnosos fue lo primero que vio.
– Oye, – dijo Christian.
– Hola, – Mingyu se oyó a sí mismo decir. Él se agarró a la chaqueta de Wonwoo y lo arrastró dentro.
Los labios de Wonwoo estaban muy fríos, pero su boca estaba caliente y húmeda… y dulce. Wonwoo hizo un pequeño ruido, envolviendo sus brazos alrededor de él, y Mingyu gimió y lo empujó contra la pared, con las manos trabajando en la chaqueta de Wonwoo demasiada ropa…
– ¿Wonwoo?
Lisa.
Suspirando, Mingyu se obligó a dejar de besar a Wonwoo y retroceder.
– Hey, – dijo Wonwoo, mirando entre ellos.
Mingyu no vio la expresión de Lisa, porque él estaba mirándolo a Wonwoo, pero Wonwoo se veía incómodo repentinamente.
– ¿Has vuelto ya? – Lisa dijo suavemente.
El cuerpo de Wonwoo se tensó aún más. – Lo siento… No quería entrometerme. Sólo quería decirles chicos que... creo que... ha sido un tiempo, y ha sido divertido, pero... – Él sonrió torcidamente. – Se está poniendo aburrido. Ustedes saben que yo no soy realmente del tipo que se queda cerca.
Mingyu se quedó inmóvil.
Radiante, Lisa se acercó. – Oh, lo entiendo, no te preocupes! Ya me estaba preguntando cuándo te aburrirías de nosotros. – Ella envolvió su brazo alrededor de la cintura de Mingyu y le dio un beso en el hombro. – Tenemos que estar orgullosos, amor. Nos las arreglamos para mantener a Won alrededor por todo un mes.
Wonwoo sonrió débilmente y se metió las manos en los bolsillos. – Supongo que los veré por ahí.
Y entonces él se había ido.
Mingyu se quedó muy quieto, la habitación inquietantemente tranquila. Más oscura.
El viento aullaba fuera, haciendo vibrar los cristales de las ventanas, y él se estremeció. Él se encontró con Lisa observándolo.
– ¿Qué? – él dijo.
– Nada, – respondió ella sonriendo. – ¿Qué quieres para cenar?
– No tengo hambre, – dijo, dándose la vuelta.