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Cuando Seungcheol abrió la puerta, no hubo abrazos y sonrisas en esta ocasión.

Mingyu miraba al rostro de su primo y no podía invocar siquiera un atisbo de afecto hacia él. Todo lo que podía ver era al hombre que había tenido su lengua en la boca de Wonwoo.

“Sí, lo quiero”. Recordando las palabras de Wonwoo, sintió sus manos apretarse en puños a sus costados, su respiración irregular y ruidosa incluso para sus propios oídos. La ira burbujeaba en sus entrañas, mezclada con una dosis de miedo y resentimiento. Él amaba a su primo. No debería estar sintiendo esto. Él no debería sentir la casi irresistible necesidad de empujar a Seungcheol contra la pared y golpearlo duro, una y otra y otra vez, hasta que su cara fuera un caos sangriento.

Como si leyera sus pensamientos, Seungcheol retrocedió un paso y lo miró con recelo. – Vamos, pasa.

La casa estaba oscura y silenciosa, la chimenea como la única fuente de luz en la sala de estar.

Mingyu se quitó la chaqueta y la arrojó en una de las sillas antes de hundirse en el sillón junto a la chimenea.

Seungcheol mirándolo, caminó hacia el mini-bar y agarró unas cuantas cervezas.

Entonces, – Seungcheol dijo, lanzándole una lata. Se sentó en el sofá y abrió su cerveza. – Acerca del niño bonito que trajiste aquí.

Mingyu se puso rígido, pero no dijo nada. No confiaba en sí mismo para no decir algo que lamentaría más tarde.

– Relájate, – Seungcheol dijo, mirándolo. – Yo no quiero a tu Wonwoo. – Él se rió en voz baja. – Bueno, si aterrizara en mi regazo, desnudo, no voy a decir que no…  él es ridículamente atractivo, y yo no estoy muerto. Pero yo no lo quiero.

Parte de la tensión se drenó del cuerpo de Mingyu. – Entonces, ¿por qué lo tocaste?

Seungcheol tomó un sorbo de cerveza. – Yo estaba curioso por cómo reaccionarías. Tú estabas acariciándolo todo el tiempo, así que pensé que te molestaría si lo tocaba. Pero tu reacción superó todas mis expectativas.

– Si me quieres estudiar como a una rata de laboratorio, mantén a Wonwoo fuera de esto, y mantén tu lengua fuera de su boca, carajo.

Seungcheol lo miró con solemnidad. – Pensaba que tenías novia.

Mingyu miró abajo a su cerveza, viendo el reflejo de la luz del fuego en la lata. – Lo hacía. Ya no más.

Silencio.

– Es un poco extraño, – dijo Seungcheol, su tono cuidadoso. – Tú relación parecía estar bien hace sólo algunos meses. Pensé que no te interesaban los tipos en absoluto.

Mingyu abrió la cerveza y tomó un gran trago. – No lo hacía. Hasta que Lisa invitó a Wonwoo para un trío. – Mingu miró a la chimenea, viendo las llamas amarillas bailar en un patrón ardiente. Ahora se sentía como si todo hubiera sucedido en otra vida, no hace dos meses. – Él me irritaba. –se rió sin humor. – No estoy seguro de cómo pasé de estar irritado a querer tener mi polla dentro de él.

Miró a Seungcheol, calibrando su reacción.

La expresión de su primo estaba en calma y sin sorprenderse. Esa era la cosa sobre Seungcheol: él siempre estaba compuesto y con la cabeza fría. A veces Mingyu lo envidiaba, porque a menudo se sentía como una bomba de tiempo programada para explotar.

– Por la forma en que lo mirabas hoy, no se trata sólo de sexo, ¿verdad? – Seungcheol murmuró, bebiendo de su cerveza.

– Yo no lo amo, – Mingyu dijo lacónicamente.

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