Tendido en la cama, Mingyu vio a Lisa cepillarse el pelo antes de acostarse. Ella estaba vistiendo sólo su ropa interior, por lo que miraba sus curvas con aprecio.
– Dulzura – dijo ella de repente. – Vi a Wonwoo esta tarde y lo invité de nuevo.
Los ojos de Mingyu volaron a su cara. – ¿Qué?
Lisa se removió, cambiando su peso de un pie al otro y dedicándole una mirada cuidadosa. – Bueno, me imaginé que no te importaría. El experimento salió bien, ¿verdad? Y él es un tipo agradable.
Mingyu tuvo que hacer un esfuerzo consciente para aflojar su mandíbula antes de que pudiera hablar.
– Ese no era el trato – dijo. – Pensé que acordamos que sería una cosa de una sola vez.
Lisa se sonrojó y miró a sus pies. – Lo siento.– ¿Lo siento? Yo fui muy claro. No deberías haber hecho eso sin preguntarme a mí primero.
Los ojos de Lisa se llenaron de lágrimas, y Mingyu apretó los dientes, molesto con ella. Odiaba las lágrimas y odiaba las escenas.
Él suspiró. – ¿Cuándo va a venir?
El timbre sonó.
Lisa le dio una sonrisa tímida. – ¿Ahora?
Excelente. Simplemente fantástico.
Mingyu se apoyó en las almohadas mientras Lisa iba a abrir la puerta. Se echó un vistazo a sí mismo - él sólo llevaba sus boxers y consideró ponerse algo más, ¿pero cuál era el punto?
Cruzó los brazos detrás de la cabeza y se quedó mirando la puerta, sus músculos tensos y en alerta.
Finalmente, Lisa regresó al cuarto, con los labios pegados a los de Wonwoo mientras ella lo desnudaba.
Algo desagradable ascendiendo en espiral desde la boca del estómago de Mingyu mientras miraba a Lisa empujar los pantalones cortos de Wonwoo fuera de sus estrechas caderas, apretando su firme, redondeado culo.
Todavía besando a Lisa, Wonwoo abrió los ojos y miró a Mingyu.
Mingyu le devolvió la mirada.
Wonwoo la maniobró hacia la cama. Lisa cayó sin gracia sobre el colchón, casi sin aliento, y Wonwoo se recostó al otro lado de ella. Se inclinó y lamió su tembloroso labio inferior, sin dejar de mirar a Mingyu, como diciendo: ¿Ves cómo está temblando ella?
Mingyu observó la rosada lengua de Wonwoo golpeando en los labios de Lisa y sintió la desagradable sensación en su estómago extenderse hasta su pecho.
Mientras Wonwoo se inclinaba para besarla de nuevo, Mingyu se movió rápidamente y cubrió los labios de Lisa con los suyos.
Los húmedos labios de Wonwoo rozaron su mejilla. – Tú no dijiste hola – él dijo, en apenas un susurro audible, sólo para sus oídos. – Eres tan grosero.
Mingyu dejó de besarla y miró a Wonwoo. La punta de la lengua de Wonwoo asomó mientras se humedeció los labios. Su rostro estaba a unas pocas pulgadas.
– Mi turno. – Wonwoo se inclinó y besó a Lisa de nuevo.
No dispuesto a ser la tercera rueda, Mingyu comenzó a besar el lado de su cara. Cerrando sus ojos, él aspiraba y mordisqueaba,moviéndose por la mejilla de ella, su barbilla, hacia su…
Mingyu chupó los labios gruesos y se adentró profundamente con su lengua. Hubo un gemido y entonces - Mingyu abrió los ojos y se encontró a sí mismo besando a Wonwoo.
Él se apartó.
Se miraron el uno al otro, respirando con dificultad.
– Oh, yo sé que fue un accidente, ¡pero eso fue tan caliente! – dijo Lisa. Se sentía como si su voz viniera de muy lejos. – Vamos, chicos, ¡háganlo de nuevo! ¿Para mí?
– No me molestaría, cariño, pero creo que a tu novio sí – Wonwoo dijo con una sonrisa socarrona. Sus ojos brillaban mientras sostenía la mirada de Mingyu. – Yo creo que él está asustado.
Los labios de Wonwoo estaban llenos y brillantes. Mingyu desvió la mirada. – No estoy asustado. Solamente no quiero. – Se limpió los labios con el dorso de la mano, tiró a Lisa más cerca y la besó.
Sintió a Wonwoo inclinarse cerca de su oído y susurrar: – Mentiroso.
La palabra lo sacudió y siguió insistiendo en la parte posterior de su mente mientras él masturbaba a Lisa. Todavía estaba en la mente de Mingyu mientras él la follaba, cuidadosamente no mirando a Wonwoo mientras ella le daba al hombre una mamada.
Para el momento en que Wonwoo se fue y Lisa estaba dormida, Mingyu todavía estaba pensando en ello. Mentiroso.
Mentiroso.
Se levantó de la cama, se echó una manta sobre los hombros y salió al balcón. El viento frío de noviembre golpeó a su piel desnuda, picando en su desnuda cara y manos y enviando escalofríos por su espina dorsal.
Mentiroso.
Un recuerdo, viejo pero no olvidado.
Mentiroso. La voz de su madre rota, histérica. Y entonces, las excusas de su padre y promesas de que sería la última vez, que nunca volvería a suceder. Su padre había mentido, por supuesto.
Cada vez.
Mingyu había tenido cinco la primera vez que sucedió. Se despertó por el ruido de los gritos y sollozos procedentes de la habitación de sus padres. Confuso y asustado, se deslizó fuera de la cama, caminó por el pasillo oscuro y abrió la puerta una pulgada, lo más silenciosamente posible.
– Lo siento, lo siento – Kim Minhyuk seguía diciendo. – ¡Solo sucedió! No sé por qué - yo estaba borracho y no sabía lo que estaba haciendo.
– ¡Estabas lo suficientemente sobrio como para que se te pare y se la metieras por el culo! – Su madre gritó, su precioso rostro enrojecido y la voz ronca de tanto llorar. – ¡Puto! – Ella le arrojó un jarrón a su padre y falló. Se estrelló contra la pared, haciendo a Mingyu estremecerse y clavar su mirada en las piezas rotas en el suelo. – ¡Puto! ¡Chupapollas!
En ese momento, no había comprendido lo que significaban las palabras, pero como se volvió a repetir una y otra vez, y sus peleas se volvieron más ruidosas y feas, y más cosas se rompieron, él había aprendido el significado de esas palabras.
Él había empezado a quedarse en casa de Seungcheol, hasta que los padres de Seungcheol finalmente lo aceptaron dentro, cuando tenía catorce años. A los padres de Mingyu no les importaba: su padre estaba demasiado ocupado follándose a alguien en un rincón y diciéndole a Irene lo mucho que la amaba, y su madre era una mujer de rota - rota por las mentiras y por su propia incapacidad para soltar al hombre que no merecía su amor.
Excepto que Mingyu no pensaba que era amor. Amor, era el tranquilo afecto y apego que sentía por Lisa. Él no estaba obsesionado con Lisa. Ella no lo hizo volverse loco. Si Lisa lo engañaba, sería... bastante molesto, pero le diría que se fuera y no regresara jamás. Él lo superaría. Él nunca compartiría a su pareja, pero nunca sería como la pegajosa, histérica patética en que su madre se había convertido. Irene estaba obsesionada con el hombre, incapaz de dejarlo ir y ver a nadie más que a él.
A veces no estaba seguro de a cuál de ellos despreciaba más.
Mentiroso.
La voz de Wonwoo hizo eco en su mente otra vez.
Mingyu cerró los ojos y aspiró el aire frío dentro de él.