Tradiciones

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Cristian

Nuestras travesuras con las manos pasaron unas cuantas veces más, hasta que ambos dejamos de prestarle importancia, en mi caso porque deseaba algo mas que no podría obtener, en el de ella porque chicos empezaron a invitarla a salir.

En realidad, podría celarla todo lo que quisiera, pero no podía mantenerla alejada todo el tiempo sin que pareciera que ambos éramos muy cercanos como para ser hermanos.

Cumpliendo quince mi objetivo cambio un poco, comencé a buscar alguien más, alguien que pudiera quitarme esta obsesión que tengo por ella, las chicas de mi edad, las mujeres un poco mayores me encontraban atractivo, como dijo mi madre el deporte me hizo ganar condición física, mis hombros se ensancharon, mi abdomen se puso duro y tenía lo que llaman pectorales marcados.

No dejaban de adularme, pero no me interesaban del todo, tenían detalles que no las hacían lo suficiente, ninguna podía estar a la altura de mi hermana.

Solo las usaba para el sexo, siempre colocando el mismo rostro en ellas, siempre pensando que mi hermana era la que se retorcía debajo de mí, un año completo sin tocarla, soportando que otros la tuvieran, imaginándome que tomaron lo que yo deseaba.

La locura empezaba a carcomerme, juraba que si la veía con algún tipo sería el final de mi cordura.

—Cristian —tocaron la puerta de la habitación, quite el condón haciendo nudo y tirándolo a la basura —tu hermanita esta aquí.

—Maldición —me puse la ropa interior, levante a la chica le di una camisa y su ropa para meterla al baño —cámbiate.

Apenas entro al baño, la puerta de la habitación se abrió, mi preciosa hermana entro con un vestido rosa pálido, lucia como una diosa furiosa, pero me mantuve concentrado.

—¿Qué haces aquí? —tome mis pantalones y me los coloque —dijiste que celebrarías con tus amigas.

—Dije que iría a comer con ellas, pero estaría en casa para nuestro pastel, lo hemos hecho desde siempre Cristian, es nuestra tradición.

—Ya tenemos dieciséis, es momento de cambiar de tradiciones, tu las tuyas, yo las mías.

Fue abrir la puerta del baño y señalo —¡Revolcarte con cualquiera, no es una tradición! Lárgate zorra.

Ella tomo lo que restaba de su ropa y salió de la habitacion, ella tomo mi camisa del piso del baño y me la arrojo.

—Ahora apestaras a sexo, perfume barato y alcohol, que lindo cumpleaños.

—Nadie te dijo que vinieras.

—Cierra la boca y llévame a casa, que Noelia me dejo aquí.

Salimos de la fiesta, ella caminaba furiosa con sus pequeños tacones cuadrados, el vestido rebotaba por los pasos apresurados, se fue directo a la puerta del copiloto.

Mi padre me había dado mi primer auto ahora que cumplí los dieciséis, manejo desde los doce así que no había problemas si lo sacaba hoy. Pulse el botón de la alarma, ella abrió y se metió azotando la puerta.

Da igual yo no lo pague.

Subí y arranque, ella parecía que me quería aplicar la ley del hielo, se cruzó de brazos mientras miraba por la ventana.

—No puedo creer que me hieras esto.

—Ya hablamos.

—¡Si! ¡Ya hablamos! Cristian, aun el año pasado celebramos juntos en la noche, comimos pastel y vimos una película juntos, nada a cambiado de ese día a hoy, no entiendo tu actitud de chico rebelde.

—¿Qué mierdas hice Cristine? Según tu ¿Qué cambio?

—¡Tu! Me cambiaste, prefieres estar acostándote con mujeres, que estar con tu hermana, que celebrar conmigo, que salir como lo hacíamos antes, ya no me prestas atención, no estas en casa, me has dejado sola.

—¿Yo? ¿Qué me dices de ti? —apreté el volante —también estas con chicos, también sales a citas, yo no pido nada cuando quieres estar con otros, cuando también te acuestas con hombres, ¿quieres que me quede en casa a esperar y me cuentes como lo haces? Ya no se puede Cristine, ya dejamos de ser unos niños.

—¡Yo soy virgen idiota! —La confesión me hizo frenar de golpe, agradezco a la calle vacía de lo contrario hubiera ocasionado un accidente — yo me acostado con nadie, los chicos con los que Sali solo fueron citas sin sentido, no deje que me besaran, no deje que siquiera me tocaran, no me sentía cómoda, ¿crees que este bien querer que fueras tu? No eres el único que la lleva difícil, pero se que esta mal, se que no...

Aceleré de nuevo, dando una vuelta en U, me metí por una de las calles cercanas hasta donde estaba un parque que sabía a estas horas nadie estaba, pues no habían reparado el alumbrado público. Me quite el cinturón y Sali con grandes zancadas hasta la puerta de mi hermana.

—Quítate el cinturón.

Obedeció, la saque de su lugar, abriendo la puerta trasera y arrojándola al asiento, entre quedando justo encima de ella.

—Cris —sus ojos estaban empañados —en verdad no podemos.

—Jodidamente podemos —acaricie su muslo —Cris también te deseo, lo sabes.

—Esto esta mal.

—¿Lo esta? —la bese apretando mi erección contra su caliente entrada —no saldrás de este auto sin que ese lindo coño tuyo sienta la verga de su hermano, no voy a mentir te dolerá al principio pero no puedo ser gentil ahora, no ahora cris.

Nos volvimos a besar, me separo para acomodarnos en el auto, me senté y saque un condón de lo que me habían quedado, enfunde mi miembro y espere que ella subiera, con el poco espacio que teníamos se coloco la punta en su entrada mire que solo había hecho aun lado esos pequeños pantys de encaje blanco, lubrico la punta un poco y se fue sentando de poco a poco.

—Duele.

—Aun no duele —la tome de las caderas y la senté intento gritar pero alcance a besarla, su cuerpo tembló por la invasión, pero sentía como palpitaba su coño al tenerme dentro —muévete, entre mas lo hagas menos dolerá.

Metió su cabeza en mi cuello, apoyándose de sus rodillas para moverse, le ayude con los movimientos, hasta que tomo un ritmo constante, sus piernas se abrían en esta posición lo suficiente como para que su culo pegara en mis testículos al rebotar.

—Tócame Cris, tócame.

Le mostré como sobar su clítoris contra mi cuerpo en esa posición, después metí la mano pellizcando el botón necesitado, hasta que volvió a temblar.

—¡Eso es!

Metí mi rostro entre sus senos ahogando mi gruñido al eyacular, ambos nos quedamos quietos mirando los vidrios empañados.

—Tienes razón, duele como la mierda, pero se siente igual de bien.

Fue una pena que tuviéramos que llegar a casa y dejar que nuestros padres nos cantaran feliz cumpleaños, solo nos pudimos masturbar mientras veíamos la película... 

Sorella (DPRIAN +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora