Después de ser atrapado por el malvado dragón

⌈ Capítulo 17 ⌋

❥ Hablando dormido

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An Ming abrió repentinamente los ojos y el movimiento de Lan se detuvo.

Con un sonido de "zumbido", una fina imagen residual negra pasó como un relámpago y la cola del dragón se retrajo.

—... Lo siento, no tuve cuidado— la voz de Lan era ronca.

Prometió no mostrarlo, pero aun así no pudo evitarlo.

Por supuesto, a An Ming no le importó. Después de darse cuenta de quién acababa de abofetearlo, se sintió avergonzado.

Una experiencia similar parecía haber aparecido en mi sueño anoche...

El área donde lo lamieron se sentía húmeda y caliente, y también había un dolor fantasma en su espalda. No era un dolor real, sino un dolor indescriptible que estaba dentro del rango tolerable.

Sólo cierta catarsis puede proporcionar alivio.

An Ming tragó. —¿Estás bien? ¿Necesitas mi ayuda para la marca?

Lan abrió sus ojos verde-dorados y miró su mano derecha, que sostenía la barbilla de la sirenita hace un momento.

—No estoy en el período de fiebre, así que no lo necesito. Ahora mismo... es suficiente.

—Está bien— la sirenita asintió.

Lan agregó—: Pero tú estás en el período susceptible, si quieres...

—¡Yo también estoy bien!

—Um.

Las dos personas estaban sentadas en el sofá, una frente a la otra, pero ninguna se miró.

Después de calmarse un poco, los ojos azules de Lan regresaron y las aletas de las orejas de la sirenita también retrocedieron.

Lan miró su reloj. —Es hora de cenar. Bajemos a comer. ¿O quieres que lo traiga el número nueve?

—Bajemos— respondió An Ming.

Es muy difícil para dos personas vivir en un espacio reducido.

Lan se levantó del sofá y sacó un pañuelo para limpiarse los labios.

An Ming corrió al baño, se lavó las manos, se secó cuidadosamente los ojos y detrás de las orejas con una toalla y finalmente se miró en el espejo para confirmar que todo estaba normal en su rostro.

Cuando llegamos al comedor público, todos los soldados estaban allí. Cuando vieron venir a Lan con la sirenita, todos hicieron un saludo militar:

—¡Jefe! ¡Jefe An!

Frente a Lan, no se atreven a llamarlo "hermano pequeño" casualmente.

—Hola— An Ming estaba un poco avergonzado de que lo llamaran así.

Lan también asintió a modo de saludo.

—¿Quieres sentarte afuera con todos o quieres ir a la sala privada? — preguntó Lan nuevamente.

—Juntos.

An Ming eligió una mesa cercana y se sentó.

Los soldados no querían molestar al líder y a la hora de comer de la sirenita, por lo que todos se alejaron para buscar un asiento, pero sus oídos involuntariamente se levantaron, prestando atención a lo que estaba pasando aquí.