Después de ser atrapado por el malvado dragón

⌈ Capítulo 40 ⌋

❥ Ven, hablemos de la primera vez

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Al día siguiente, An Ming se aplicó una toalla caliente en los ojos en el baño durante mucho tiempo. Después de que el enrojecimiento y la hinchazón fueron menos notorios, comenzó a usarlos.

Lan lo ayudó a abrocharse los puños de su uniforme de entrenamiento y se arrodilló para ajustarse las botas militares.

Luego los dos bajaron juntos y disfrutaron del desayuno que el número nueve 9 hizo que la cocina preparara automáticamente.

Lan sacó la silla y la sirenita se sentó.

Lan empujó el plato y la sirenita tomó el pan y comenzó a masticarlo.

No habló ni miró al dragón.

—Mingming, ¿estás enojado? — preguntó Lan sentado enfrente.

"..." La sirenita lo ignoró.

—Mingming— llamó Lan de nuevo.

—Humph. ¡No quiero hablar contigo! — An Ming se dio la vuelta enojado.

Lan se rió.

Sabía que An Ming no estaba realmente enojado, solo estaba avergonzado por su actuación fuera de control de anoche.

¿Quién hubiera pensado que la aleta caudal es tan sensible?

Por supuesto, en realidad no forzaría a la sirenita, y al final solo dejaría que la aleta caudal quedara un poco expuesta.

Sin embargo, después de obtener el permiso de la sirenita, Lan comenzó a besar una por una en la dirección de las espinas de la cola. Después de algunos besos, Mingming comenzó a temblar violentamente y a llorar ferozmente. Estaba tan asustado que no se atrevió a moverse más, pero lo hizo retroceder llorando—: No, no pares...

El híbrido humano-dragón tenía una comprensión limitada de la estructura de la sirena, y luego la entendió a grandes rasgos, y luego trabajó duro para complacer a la sirenita.

Las feromonas y el poder mental inundan constantemente la Lan, lo que le brinda al dragón humano de raza mixta una gran comodidad mientras trabaja duro.

Durante todo el proceso de besos, no pudo evitarlo. La cola del dragón estaba envuelta alrededor de la mano de la sirenita, suplicando por ella de varias maneras.

Las alas del dragón también sobresalían, pero eran suaves, y abofetearon a la sirenita en la cara, rogándole que se la frotara.

Al final, ambos estaban empapados de sudor y la voz de la sirenita estaba ronca de tanto llorar.

Pero eso es todo.

No hizo más que besar la aleta caudal.

Después de que terminó, Lan sintió que su mar espiritual era extremadamente vasto, y las áreas periféricas que antes habían estado colapsando constantemente parecieron converger gradualmente.

El valor podría estar bien, pensó, y podría pedirle al número nueve que hiciera otra prueba.

Eran poco más de las tres de la mañana y Lan estaba satisfecho y quería seguir durmiendo con Mingming en sus brazos.

Sin embargo, la sirenita lo apartó y permaneció medio apoyado en la cabecera de la cama. Nunca quitó la colcha y permaneció allí por mucho tiempo.

Lan entendió y trató de proponer—: Puedo ayudarte debajo de la cola de sirena.