Capítulo 2: El parque

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NARRADOR OMNISCIENTE
9:39 a.m

El sol se filtraba a través de las ramas, pintando sombras en el suelo mientras Chiara y su familia caminaban por el parque. Era un viernes por la tarde, de esos en los que parece que todos tienen algún motivo para estar contentos. Todos menos ella. Iba con su madre y sus hermanos, pero se sentía desconectada, como si caminara en un sueño del que no podía despertar.

—— Baby, mira. —— Dijo su madre, señalando una fuente con entusiasmo. —— Quizás podríamos pedir un deseo.
—— Sí, claro... —— Respondió Chiara, pero su voz sonaba tan vacía que incluso a ella le dio un poco de vergüenza. Sabía que su madre solo intentaba hacerla sentir mejor, pero ya no sabía cómo fingirlo. Llevaba mucho tiempo haciéndolo y estaba cansada.

Llegaron a la fuente tras unos pasos. Era de piedra y estaba rodeada de flores. Sus hermanos corrieron hacia el agua, riendo como si nada en el mundo pudiera lastimarlos. Su madre los miraba con una sonrisa triste, mientras Chiara se quedaba atrás, sintiendo una presión creciente en el pecho.

Un niño pequeño pasó corriendo cerca de ella, con un avión de juguete en la mano. Tropezó y dejó caer el avión justo a sus pies. Se levantó rápidamente, riendo, y lo recogió sin siquiera mirarla, como si no existiera. Allí, Chiara sintió una punzada de dolor tan aguda que le faltó el aire.

No quería estar ahí, no quería fingir que todo estaba bien cuando nada lo estaba. Se alejó de ellos, caminó en la dirección opuesta lo más rápido que pudo, y cuando estuvo lo suficientemente lejos, vio un árbol que daba mucha sombra y se dejó caer sobre el césped. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas antes de que pudiera detenerlas. Se sentía rota, como si las piezas de lo que solía ser ya no encajaran. Todo a su alrededor seguía, el mundo seguía, pero ella... ella no podía. Cubrió su rostro con las manos, intentando sofocar los sollozos que amenazaban con salir. No quería que su madre la viera así, tan vulnerable, tan... perdida.

—— Eh, ¿todo bien? —— La voz de una chica la sacó de sus pensamientos. Levantó la cabeza rápidamente y vio a una chica frente a ella. Tenía el cabello rojo, recogido en una coleta alta, y muchos tatuajes que decoraban su cuerpo. A su lado, un chico con un mullet y bigote le miraba con una mezcla de curiosidad y preocupación.
—— Sí... sí, estoy bien —— Mintió Chiara, secándose rápidamente las lágrimas con el dorso de la mano.
—— Eres una mentirosa terrible, tía. —— se burló la chica con una sonrisa amable. —— Venga, que aquí se aceptan llorones, ¿no ves a Martin?
—— ¡Ruslana! —— Le regañó el chico, quien no había dejado de observar a Chiara. Le dirigió una sonrisa tranquilizadora cuando notó que lo miraba también. —— Si tú lloraste cuando perdiste a McRisas.

Ruslana soltó una carcajada y Chiara, a pesar de todo, no pudo evitar reír también suavemente.

—— Tía, no pareces estar pasando el mejor de los días. Bien no estás, ni de coña. —— Ruslana añadió con tono juguetón.

Chiara suspiró, incapaz de mantener la fachada por más tiempo. Las lágrimas volvieron a brotar, y Ruslana, sin dudarlo, se tiró a su lado en el césped, seguida por Martin

—— A ver, si vamos a llorar, al menos hagámoslo con estilo, ¿vale? —— Dijo Ruslana, ofreciéndole un pañuelo. —— Por favor, amiga que no podemos arruinar el maquillaje. —— Chiara asintió, aunque Ruslana no podía verla y se rió entre lágrimas. —— Ahora, te voy a contar mi mejor chiste. —— Añadió Ruslana, dejando escapar una pequeña risa. —— Ojo, cuidado. —— Martin bufó y rodó sus ojos a pesar de que no lo viesen. —— Van dos y se cae el de en medio.

El chico no pudo evitar soltar una carcajada, y Chiara, a pesar de todo, también se rió. No porque el chiste fuera particularmente gracioso, sino porque la situación era tan absurda que logró arrancarle una sonrisa.

ecos de amor | kiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora