NARRADOR OMNISCIENTE
8:43 p.m.Comenzaba a adentrarse en la noche en Madrid, y las luces de los edificios y farolas se reflejaban en el suelo aún escarchado por la reciente lluvia.
Violeta avanzaba por las calles hacia el restaurante donde la esperaban sus amigas, pero su atención no estaba en los caminos habituales ni en las conversaciones que sonaban alrededor. Sus pensamientos se encontraban en otro lugar, en el último correo que había recibido hacía ya una semana, mientras salía de su consultorio.
Chiara Oliver.
Ese nombre junto a la breve e intensa serie de correos que habían intercambiado persistían en su mente, y resonaban en ella sin poder diluirse.
La petición inicial de Chiara para una cita había sido directa, urgente, y hasta cierto punto desesperada. A lo largo de los mensajes que siguieron, Violeta no había pasado por alto ese tono a veces juguetón, con toques de lo que parecía un ligero tonteo. No era extraño que los pacientes cruzaran alguna línea en sus intentos de conectar, ya fuera por vulnerabilidad o porque depositaban en ella un símbolo de confianza. Aun así, Violeta se mantuvo en una posición profesional, permitiéndose una respuesta amable en cada ocasión e ignorando de manera consciente cualquier intento que pareciera insinuar otra intención.
Sin embargo, algo en el tono de Chiara había despertado una pizca de curiosidad en ella, una curiosidad que ni siquiera ella podía terminar de definir.
Tal vez era la juventud que reflejaban sus palabras, o quizás ese toque de picardía tan fuera de lugar en el contexto de una solicitud de ayuda psicológica.
El impulso había sido breve y contenible, o eso pensó Violeta en aquel momento.
Una semana después, salía de su piso impulsada por una curiosidad que no lograba erradicar del todo, buscó el perfil de Chiara en redes sociales. Una rápida búsqueda la llevó hasta una cuenta en Instagram, donde encontró imágenes que ofrecían destellos de la vida de la chica. No buscaba nada en particular, más bien trataba de poner una imagen a las palabras que contrastaban con lo que habían hablado hacía unos días. Había en ella una mezcla de humor pero a la vez una urgencia que la había hecho mirarla de un modo distinto durante su primera consulta.
Mientras pasaba de una imagen a otra, Violeta sintió algo en el pecho, una sensación familiar y agridulce. Era la misma expresión que había visto en otros pacientes, esa mezcla de nostalgia y pérdida, de algo que pesa y se arrastra aun en los momentos de aparente calma. Seguía avanzando en el perfil, sin ninguna intención específica, solo observando, tratando de entender un poco mejor a la chica que había solicitado su ayuda y había atendido días antes.
De repente, se detuvo en una imagen que destacaba entre las demás. Era una foto tomada en un cementerio, enfocada en una lápida. El nombre en la piedra era "Indigo", y los detalles tallados eran mínimos, una elegancia sobria que resaltaba el dolor de la pérdida sin necesidad de palabras. Las flores frescas que acompañaban la lápida parecían recientes, como si alguien las hubiese dejado hace poco, y un mensaje breve en el pie de la foto decía: "We'll be alright."
Al deslizar a la derecha dentro del mismo post se encontró con un pequeño collage, diseñado para las medidas de la publicación, en donde aparecía la pelinegra junto a un hombre mayor muy parecido a ella. La peliroja sumió que era su padre y poco después notó en otra lápida con el nombre "Joseph" tallado elegantemente en la piedra. La sensación en el pecho de la psicóloga volvió a hacerse presente, esta vez con más fuerza. Ella no imaginaba perder a su padre y menos a sus veintitrés años.
Ese post en especifico le hizo sentir a Violeta un nudo en el estómago.
¿Tanto ha sufrido con tan poca edad?
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ecos de amor | kivi
Fiksi PenggemarChiara vuelve a España después de un evento traumático en Reino Unido. Violeta acaba de sacar el grado de psicología y a comenzado a trabajar en el consultorio de su familia. Inicio de escritura: 28/05/2024 Primera publicación: 27/08/2024 Última pub...