Capítulo 3: Alguien que espera vivir.

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NARRA CHIARA
3:02 p.m

Esperaba a Ruslana y a Martin en la entrada de la uni, como todos los viernes. Teníamos nuestra pequeña tradición de quedar en mi casa para ver pelis y pedir pizza. No sabía bien cómo había empezado, pero ya era casi una costumbre.

Me apoyé en una de las columnas del edificio principal, revisando el móvil de vez en cuando, sin mucho interés. El día era raro, con un aire húmedo pero a la vez frío que me ponía la piel pegajosa.

—— ¡Kiki! —— Escuché a Ruslana gritar desde la otra punta del campus.

Levanté la vista y ahí estaban, Rus con su cabello suelto y su característica chaqueta de cuero, y Martin con esa cara de estar siempre a medio despertar a pesar de que ya era de tarde.

—— ¡Joe, ya era hora! —— Dije en cuanto llegaron. —— Me estaba empezando a plantear si os habíais perdido o algo.
—— Que va, si llegamos antes de las siete, no cuenta como tarde. —— Rus me dio una palmada en la espalda.
—— Bueno, ¿nos vamos o qué? Que tengo ganas de mi pizza semanal.. —— Dijo Martin mientras metía sus manos en sus bolsillos.

Nos pusimos en marcha hacia mi casa, íbamos los tres en linea y yo iba en medio.

—— Oye, estoy que no me lo creo, tías. Adivinad qué —— Dijo mientras caminaba a mi lado.
—— ¿Qué pasa? —— Le pregunté.
—— Me han cogido en el casting ese de la obra de teatro que os conté. —— Martin sonreía de oreja a oreja —— ¡Voy a hacer de prota!
—— ¡Qué chuli, Marti! —— Le dije, de verdad me alegraba por él. —— Sabía que te lo iban a dar, you did amazing.
—— Ya ves. —— Ruslana añadió, medio riendo—— Si no te lo daban era porque estaban ciegos o algo. Martin sonrió aún más, como si fuera posible.
—— Buah, es que, estoy que me subo por las paredes.

Sonreí, pero por dentro sentí una pequeña punzada. No era por Martin, me alegraba un montón por él. Pero algo en mí se removió, algo que me hizo pensar en lo lejos que estaba de sentirme así de bien por algo. Caminé en silencio, dejando que la conversación siguiera entre ellos mientras mi mente divagaba.

[•••]

Llegamos a casa al mismo tiempo que mamá llegaba del trabajo, nos saludó brevemente con un gesto desde la puerta del salón antes de irse a su habitación.

Nos acomodamos en el salón y puse la peli que habíamos elegido, algo de acción que a Ruslana le encantaba, mientras esperábamos la pizza.

De vez en cuando veía a Joey, asomar la cabeza desde el pasillo. Sabía que solo lo hacía para ver a Rus, pero como siempre, no decía nada. Solo miraba, se sonrojaba un poco y volvía a esconderse. Rus y Martin no parecían notarlo, lo cual era un alivio. Sabía que si Rus se daba cuenta, le lanzaría algún comentario que haría que Joey quisiera desaparecer bajo tierra de pura vergüenza.

[•••]

A mitad de la peli, sin saber muy bien por qué, me vinieron a la cabeza las palabras de Martin. Estaba feliz, se le notaba en la cara, en su voz. Y yo... yo no podía recordar la última vez que me había sentido así.

No podía disfrutar de nada desde que todo eso pasó...

Miré mi móvil, y recordé el papel que me había dado mi madre.

¿Tenía la motivación necesaria para hacerlo?

Quizás ya era hora de hacer algo para sentirme mejor.

Busqué en mi historial el nombre de aquella psicóloga pelirroja para poder escribirle un correo para agendar una cita.

Mis dedos temblaban un poco al escribir.

ecos de amor | kiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora