Capítulo 30

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Mire las calcetas que puse en ilera para notar que hacía falta uno, ¿cómo demonios le hace esa niña para siempre perder uno? A este paso me voy a creer la historia que le conté sobre el ratón que roba calcetines, en fin, que más da, estoy segura q...

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Mire las calcetas que puse en ilera para notar que hacía falta uno, ¿cómo demonios le hace esa niña para siempre perder uno? A este paso me voy a creer la historia que le conté sobre el ratón que roba calcetines, en fin, que más da, estoy segura que debe estar en el fondo de su cama o aún dentro de su tenis, deje el calcetín de lado para seguir acomodando los demás que tenían el par.
El sonido del timbre me alarmó es que nadie tocaba el timbre en esta casa, bueno, solo ese mocoso que tiene por novio mi hija pero, últimamente no lo e visto además es algo tarde dudo que sea él, deje de lado los calcetines para ir a abrir la puerta, frente a mi aparecieron un par de ojos de que me escudriñaban con atención, yo parpadee un par de veces, me frote los ojos un tanto incrédula por las personas frente a mi puerta.

—Creo que estoy teniendo alucinaciones, veré al médico mañana.

Y con esto dicho cerré la puerta, el timbre volvió a sonar y yo abrí nuevamente la puerta para verlos, maldita sea no es ninguna puta alucinación, cerré nuevamente la puerta de un azote para evitar verlos, ¿que mierda hacen mis padres aquí?

—Marelyn Ann Montecarlo, abre la puerta—escuche exigir a mi madre seguido del timbre que comenzó a sonar sin parar, abrí la puerta nuevamente.

—Vas a dañar el timbre, basta, por favor.
Y ya no soy Montecarlo, soy Bell, te recuerdo que me casé y me desconociste.

La ví soltar un largo suspiro.

—No venimos a discutir contigo, Ann.

—Igor no me llames así, sabes que no me gusta ese nombre —pedi y el asintió —En fin, ¿que sucede? Recuerdo haber firmado todo lo necesario para no volver a vernos, ¿acaso algo sigue a mi nombre? Bien, denme el papel y lo firmo.

—Venimos a petición de mi nieta.

—¿Que?—pregunte confundida—De mi hija pero...

Entonces guarde silencio, ahora entiendo el porqué de su mochila y se marchó con Jaziel en el auto, ese par me las va a pagar, no debí dejarme convencer por las palabras de mi suegra sobre hacer feliz a Tiare en sus últimos días. Fue manipulador de su parte pero astuto, ahora entiendo porque se marchó con cierta rapidez, no quería estar presente en este horroroso desastre.

—Sea lo que les dijo Tiare, solo ignorenlo. Es una niña muy ocurrente y si se metió en problemas con ustedes bueno una disculpa de antemano.

—Tiene tu carácter es un hecho—menciono Igor con una media sonrisa—antes de irse rompió el jarrón de cerámica japones.

—¿Y que? ¿Quieres que te lo pagué?

—Marelyn, no venimos a eso así que deja de estar a la defensiva.

—No puedo evitarlo, un par de extraños están frente a mi entrada.

—Marelyn, no te atrevas a desconocernos—advirtió Cassandra.

Amigo Mio, Dame Esos CincoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora