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                                                                                                🍃

El aire estaba cargado de una humedad que penetraba en los huesos, típica de las tardes de otoño en nuestro pequeño pueblo. Caminaba rápidamente por las calles empedradas, con la cabeza gacha, tratando de evitar las miradas curiosas de los vecinos. Aún podía escuchar sus susurros a mis espaldas,

-"qué lástima, es una zorra, por eso lo dejaron, yo me abría ido de el pueblo", era lo que mas escuchaba . Pero realmente no me importaba, ya estaba acostumbrado a estos comentarios.

Llevaba a mi cachorro, Jungkook, un pequeño de 2 meses y un haz de alegría en mi vida, en una mochila especialmente diseñada para él. Ya se había quedado dormido, su respiración suave y cálida se sentía a través del tejido.

El olor a pan recién horneado de la panadería del señor Chan llenaba el aire, mezclándose con el aroma terroso de las hojas caídas.

De repente, vi una figura tambaleándose cerca del puente del río. Mis instintos me dijeron que algo no estaba bien. Me acerqué lentamente y reconocí a Yoongi, un hombre que había llegado al pueblo recientemente. Su olor de alfa era inconfundible, aunque ahora estaba opacado por la desesperación y el abandono. Normalmente, el aroma de Yoongi sería fuerte, dominante, una mezcla de madera y especias, pero en ese momento, apenas era un susurro de lo que solía ser, mezclado con el amargo olor de las lágrimas y la tristeza.

Sus ojos estaban apagados, y una sombra de tristeza envolvía su figura. Me acerqué, aunque dudé, porque yo mismo estaba en una situación difícil. La tristeza que emanaba de él era casi palpable, una presencia que hacía que mi propio lobo interior gimiera con empatía. A pesar de ser un alfa, Yoongi estaba roto, y su fuerza natural se veía socavada por la pérdida que había sufrido.

-¿Qué está haciendo aquí?- le pregunté suavemente. No respondió de inmediato, pero sus ojos se encontraron con los míos, llenos de una desesperación que conocía demasiado bien.

-Vamos a casa- le dije, extendiendo mi mano.

Yoongi me miró con una mezcla de sorpresa y duda. Su piel pálida y sus labios temblorosos me hicieron sentir una oleada de compasión. Pude ver que estaba al borde del abismo, como yo lo había estado cuando mi alfa me abandonó con Jungkook.

Sentí el peso de Jungkook moverse ligeramente en la mochila, su olor a bebé impregnando el aire alrededor de nosotros. Era un olor reconfortante, y uno que me daba fuerzas.

-Está bien- murmuré, tratando de transmitirle calma.

Finalmente, Yoongi tomó mi mano, su agarre era débil pero significativo. Lo guié hacia mi casa, sintiendo la frialdad de su mano en la mía. A medida que caminábamos, los murmullos de los vecinos nos seguían, pero los ignoré. Mi casa era pequeña y modesta, pero era un refugio.

Entramos y lo ayudé a sentarse en el sofá. Jungkook se despertó y comenzó a llorar suavemente.

Jin, mi hermano y único amigo en este pueblo, sentado en el sofá cuando nos vio entrar y vio que Jungkook comenzó a llorar ya que Yoongi se tambaleaba mucho y se acercó para ayudarme con Yoongi.

-Hey, ¿quién es esta persona?- preguntó Jin, sorprendido.

-Solo ayúdame- respondí, explicándole rápidamente la situación.

Jin asintió y tomó a Jungkook, dándome espacio para atender a Yoongi. Pude ver la comprensión en los ojos de Jin, y su apoyo silencioso e incondicional fue un alivio.

Renacer |Yoonmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora