Lara se encontraba sentada en su pupitre, apoyando su cabeza en su mano derecha mientras hacía un globo con el chicle que masticaba. En sus audífonos sonaba Rock and roll suicide de David Bowie.
Era el año 2000, y era su último año de colegio, el temido cuarto medio.
A Lara la habían cambiado de colegio unas 10 veces en su vida, nunca se había quedado en el mismo lugar por mucho tiempo debido al trabajo de su padre, por lo que se sorprendió cuando finalmente el colegio en el que pasaría más de un año, fuera justo en el que no había logrado hacer amigos.
En fin, este era su segundo año en aquel liceo y se encontraba bastante sola. Había decidido que se enfocaría en terminar el colegio con buenas notas y, sin que su padre se entere, dar la Prueba de Aptitud Académica y de sacarse buen puntaje, matricularse en Pedagogía en Música.
La música era lo que más le gustaba, pero nunca tuvo el sueño de estar en una banda y ser famosa, no, solo quería vivir de poder tocar y escuchar las canciones que más le gustaban mientras enseñaba a niños un poco sobre ella. A lo mejor le hacía un bien a alguien así.
Su padre jamás lo entendió, él simplemente era un militar que escuchaba, valga la redundancia, marchas militares en su tiempo libre.
Lara lo odiaba desde que tuvo uso de razón. Nunca pudo ser como él quería que fuera, y detestaba sentirse inferior por ello, hasta que entendió que su padre no era una buena persona, y así lo único que le quedó fue desobedecerlo, siempre en silencio. Él quería que su hija se casara con un militar para "que tenga una buena vida", pero ella sabía que eso sería lo último que haría en su vida.
De pronto, un toquecito en su hombro la sacó de sus pensamientos.
Miró atrás suyo, y se encontró con un chico que no había visto nunca. Era rubio, de cabello un poco ruloso y de una sonrisa que la mataba.
Se quitó los audífonos de inmediato.
— Hola, perdón, no te quería molestar.
— No te preocupes.— dijo ella y extendió su mano — Soy Lara.Él imitó el gesto.
— Gonzalo.— dijo — ¿Puedo sentarme acá?
Él indicó la silla que estaba a su lado, la mesa era de dos personas y parecía ser la única libre. Ella asintió y el chico acomodó sus cosas.
— ¿Qué escuchabas?— preguntó el de repente.
Ella sacó su discman.
— Bowie, es un compilado de canciones que hice.— le dijo
Le dio el aparato, el cual el vio sorprendido, lo abrió un momento para ver el disco en el que la chica había puesto una selección muy peculiar.
— Interesante...
Eso fue todo lo que tomó.
Descubrió que Gonzalo era nuevo en Santiago, que se había mudado con su hermano y sus amigos con los cuales tenía una banda, y que le habían dicho que tenía que terminar el cuarto medio sí o sí.
En un par de días comenzaron a ser amigos, en un par de meses mejores amigos y de pronto, en una fiesta del colegio, algo más.
Aún era el tiempo de los lentos, y por los parlantes sonaba I don't wanna miss a thing de Aerosmith.
Gonza, que se había debatido internamente toda la noche si sacar a bailar a Lara o no, finalmente junto el coraje suficiente para hacerlo.
Claramente ella no se hizo esperar.
Ambos bailaron al ritmo de la música, al principio un poco tensos, era inevitable pues eran amigos, pero eventualmente Lara se permitió a su misma relajarse y poner su cabeza en el pecho de Gonzalo.
Al rubio está acción casi lo derrite, no sabía que algo tan simple como tener la cabeza de la chica que le gustaba en su pecho podría generarle tantos sentimientos.
La abrazó por la cintura y, aunque parecía imposible la acercó un poco más a su cuerpo.
Lara levantó la cabeza un momento para mirar esos ojos que tanto amaba, y Gonzalo juró que pudo ver en ellos una especie de petición. Bajo su mirada a los labios de ella, que parecían rogar ser besados.
Pasó un pulgar por su labio inferior, algo que Lara no sabía que le gustaba tanto hasta que sintió su corazón latir más fuerte ante el gesto.
— ¿Te puedo... besar?
Y allí estaba aquel chico un poco tímido que se contradecía con el hombre que había tocado sus labios de manera tan... sensual hace tan solo unos segundos.
Adoraba eso de él, que pudieran cohabitar en el un chico tímido y un tipo confiado, aunque a veces no sabias con cual estabas tratando.
Ella asintió y él no esperó un segundo más hasta juntar sus labios con los de ella. El beso empezó suavemente, pero pronto Gonzalo profundizó el beso poniendo su mano detrás de la cabeza de Lara y acercándola a él.
Tuvieron que parar en cuanto una profesora que cumplía su papel de "chaperona" los separó.
— Ahórrense los besos para otro lugar.
Ambos se miraron y rieron fuerte, pero le hicieron caso a aquella señora.
A partir de ese día fueron uno. A los 18 años no se sabía mucho de la vida, pero si de algo tenían certeza ambos era de que querían pasar el resto de su vida juntos.
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one shots - los bunkers
Aktuelle LiteraturAviso que no podré actualizar seguido, ya que tengo muchas historias más y blah. Espero que disfruten las one shots