A pesar de que no sentir absolutamente nada, algo podía ver.
La luz blanquecina entraba por mis ojos, tan hermosa como el cielo.
Sin saber que en realidad... era el infierno.
Puesto #677 (#EnzoVogrincic) de entre 1.3K historias💕"2023"
Puesto #517...
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Caí en la nieve, era la cuarta vez que lo hacía en el día. El suelo desnivelado no ayudaba a mi equilibrio y no era la única que le pasaba estas cosa, ví a Gerónimo tropezar, tenía ganas de reír por eso, pero no sentía la energía para hacerlo; eso era lo que me estaba faltando recientemente, un buen shock de adrenalina o pronto iba desmayarme.
Mientras tanto, el dolor de estómago se incrementó más al tomar un sorbo de agua, ya casi no me quedaba mucha.
Brad era el último de la fila, caminaba exactamente a cuatro pasos detrás de mí y ni uno menos, ni uno más. Mientras avanzábamos, los calambres de mi abdomen se relajaron y ya no dolían tanto como antes, sin embargo, las ganas de ir al baño me atacaron sin esperar demasiado. Miré alrededor buscando un lugar alejado de los demás para hacerlo, noté una elevación rocosa pequeña a mi costado, pero ya la habíamos sobrepasado, quizás si corro y llego hasta ese lugar, hago lo que tengo que hacer y vuelvo, no van a notar que me fui.
Eso haría.
Empecé a caminar más lento, miré hacia adelante, todos estaban inmerso en su mundo y caminata.
Perfecto, nadie me presta atención.
— Epa. ¿Estamos cansados, princesa? —dijo en un tono burlón. Rodé los ojos. Miré mi lugar y no aguantaba más, ni siquiera contesté cuando corrí hacia esa parte. — ¡Pss! ¡Esperanza! ¿A dónde vas? Mierda.
Cuando lo sentí correr atrás de mí paré de avanzar y lo miré, fruncí el ceño con frustración. La puta madre, me iba a explotar algo. — ¿Que hacés, idiota? Salí, volvé a la fila. ¡Dale, dale!
Lo empujé para que se vaya, pero no hizo caso.
— ¿Por qué te fuiste de la fila?
Casi le grito en la cara. Pero luego pensé y le dije:
— ¿Me hacés el favor de llevar esto? Dale andá, ahora vuelvo.
Le tendí la mochila, el me observó y la tomó. — ¿Qué, por qué?
Observó la mochila de nuevo y con confusión, la tiró al suelo disgustado. — No soy sirviente de nadie, rubia.
Agarré la mochila con enojo y la puse en mi espalda de nuevo, maldito idiota.
— ¿Qué vas a hacer? ¿Mirá que nos vamos a retrasar de nuevo...
— Quiero ir al baño, no ves que por eso me alejé. Así que, si me haces el único favor de irte a la mierda para que yo pueda hacer eso, estaría agradecida.
El no dijo nada. Levantó las manos en señal de rendición y yo me di vuelta, no iba a tardar demasiado. Sin embargo, antes de irme, me quitó a la fuerza la mochila y se la llevó corriendo.
Lo iba a matar.
Llegué al lugar e hice lo que vine a hacer, con la satisfacción de haber vaciado mi cuerpo volví a la fila. Aunque, el tiempo nublado no me dejaba ver bien donde estaban, al parecer se habían adelantado mucho... o yo tardé demasiado, de cualquier forma, ahora en vez de cinco pasos a ellos, estaba a cincuenta. Me apresuré a caminar más rápido, sin mochila y sin nada que pesara en mis hombros, mi velocidad aumentó.