☂️ ─── ❛ 𝐔𝐌𝐁𝐑𝐄𝐋𝐋𝐀 :: ❪ ryu sunjae. ❫
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─── "Eres un regalo del cielo, prometo protegerte para que nunca jamás tengas que sentirte solo, porque eres una persona preciosa para mí." . . .
╭────Ꮺ. 𝐄n donde Hyejin deberá hacer todo lo qu...
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Junio, 2008.
La escena estaba oscura, desolada. Lo único que destacaban eran mis gritos, gritos desesperados.
Los brazos de Yejun alrededor mío no eran suficientes para calmar el frío del momento, del lugar. Las lágrimas que mojaban mis mejillas se congelaban.
El piso se sentía frío, mi vestido floreado no era adecuado en ese momento.
── Tranquila Hyejin-ah, por favor quédate tranquila. ──Me dijo mi hermano con la voz entrecortada.
Él estaba igual o el doble de desesperado que yo, pero trataba de mantener la calma para lograr calmarme a mí. Siempre admiré eso de Yejun, su poder de tranquilizarme ante cualquier circunstancia.
Lo único que podía observar era el auto volcado, con los vidrios rotos y rastros de sangre que decoraban la calle. Los rostros de los oficiales se veían borrosos, suponía que era debido al llanto acumulado en mis ojos. Éstos rodeaban la escena, impidiendo que personas externas pasaran.
En ese sueño tan recurrente, había podido ver la causa del accidente que me arrebató a mis padres. A lo lejos, un taxi blanco se escapaba, evitando a los oficiales.
Desperté agitada, transpirada, con el corazón latiendo a mil. Ya sabía el porqué del sueño, se aproximaba el aniversario de la muerte de mis padres. Recurrentemente soñaba lo mismo durante dos semanas hasta que la fecha pasara, odiaba eso.
Suspiré pesadamente y me levanté, dispuesta a bajar y darme una ducha fría para aclarar mis pensamientos.
En la cocina, pude divisar a un cocinero Yejun. Llevaba puesto un delantal y un gorro de chef, solté una carcajada divertida y me acerqué.
── ¿Ahora cocinas? ──Pregunté, con un tono bromista. Me apoyé en la mesada, mirándolo con una sonrisa.
── ¿El mismo sueño? ──Contraatacó con otra pregunta, logrando sorprenderme. Yejun dejó de cortar verduras por unos segundos y me tendió una toalla, le agradecí y comencé a secarme el cuello.
