La imagen de la realeza ha sido, desde tiempos inmemoriales, un símbolo de perfección y belleza. Para aquellos fuera de los muros de los palacios, la vida de príncipes y princesas, reyes y reinas, se percibe como un cuento de hadas eterno, un escena...
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𝟏. 𝐓𝐇𝐄 𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄 𝐎𝐅 𝐒𝐇𝐀𝐃𝐎𝐖𝐒.
Aldoria, el lugar de los sueños para las niñas pequeñas que deseaban ser princesas con todo su ser, tal vez, solo tal vez, podía haber alguien en el mundo que no deseara ser parte de la familia real, mucho menos de la familia Belmont; una familia rota. Nacer en cuna de oro podría parecer la cosa más fácil del mundo, solo extiendes tu mano y te dan lo que quieres, eso decían los soberanos del lugar. Sin embargo, dentro de aquellas paredes de fino mármol había una historia más profunda, una historia oscura con sacrificios, soledad, encrucijadas, miles de cosas que solo los más cercanos a la corona sufrían constantemente.
Cada persona tiene una forma de lidiar con las situaciones, depende de su personalidad, y eso estaba muy grabado en la joven mente del príncipe Isaac.
El joven Isaac, con dieciséis años de edad, tenía una tez morena como el azúcar y ojos oscuros tan expresivos que llegaban a ser similares a los de un perro cocker. Su dentadura bien cuidada y brillante y su estatura promedio, ni muy alto ni muy bajo, lo hacían parecer ordinario a primera vista. Pero en su corazón latía la tristeza del príncipe segundo.
Isaac no podía evitar sentir un peso aplastante sobre sus hombros cada vez que recorría los pasillos del palacio. Las paredes de mármol, adornadas con retratos de sus antepasados, parecían observarlo con miradas severas y expectativas inquebrantables. Sus padres, el rey Adrian, una figura imponente y distante, y su madre, la reina Violet, una alma bondadosa y empática, eran en la superficie modelos a seguir, pero incluso ellos tenían sus límites. Su hermano mayor, el príncipe heredero Louis, era el modelo perfecto de lo que debía ser un Belmont: valiente, justo y devoto a su pueblo, o al menos eso creía el rey.
Pero Isaac, en su fuero interno, sabía que nunca sería como su hermano. La sombra de Louis se cernía sobre él, oscureciendo cada uno de sus logros y opacando cualquier intento de sobresalir. Mientras Louis se dedicaba a los asuntos del reino con una fervorosa pasión, Isaac se perdía en los libros antiguos de la biblioteca real, buscando respuestas a preguntas que ni siquiera sabía formular.
Internamente, Isaac luchaba contra su síndrome del impostor. Envidiaba a su hermano, pero su madre lograba hacerlo entrar en razón, recordándole que solo eran apariencias. Isaac no sabía lo que ocurría en la revuelta cabeza de su hermano.
Una noche, incapaz de conciliar el sueño, Isaac se escabulló de su dormitorio y se dirigió a la biblioteca. Las llamas de los candelabros parpadeaban, proyectando sombras danzantes en las paredes. Se sentía más a gusto entre los volúmenes encuadernados en cuero que en cualquier banquete real. Esa noche, su atención fue captada por un libro que no había visto antes. Era un tomo grande y polvoriento, con una portada de cuero negro y sin título. Lo tomó con cuidado y lo abrió.
Las páginas estaban llenas de historias antiguas sobre Aldoria, mitos y leyendas que hablaban de héroes y villanos, de traiciones y redenciones. Pero una historia en particular llamó su atención. Hablaba de un príncipe de las sombras, un joven que, sintiéndose desplazado y menospreciado, había hecho un pacto con fuerzas oscuras para obtener el poder que le permitiría cambiar su destino.
