El comienzo del cautiverio.

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Tres años antes del Primer Exterminio, el inframundo se encontraba en un delicado equilibrio, una tregua tácita entre las facciones más poderosas. En este contexto, Lilith, una figura prominente y poderosa, se movía con sigilo entre las sombras, desconocedora de la amenaza que se cernía sobre ella. Su influencia y carisma la hacían un blanco atractivo para aquellos con ambiciones oscuras.

Eva, la astuta conspiradora, y Roo, su cómplice letal, habían ideado un plan siniestro para reemplazar a Lilith definitivamente. Hasta ahora, Eva solo había suplantado a Lilith ocasionalmente, aprovechando momentos de debilidad para infiltrarse en sus círculos y sembrar la discordia. Pero ahora anhelaba una sustitución permanente.

Eva, camuflada en las sombras, observaba a Lilith con una atención casi obsesiva. Cada movimiento, cada encuentro, cada palabra de Lilith era registrada y analizada. Fue durante una de estas vigilancias que Eva notó la frecuente compañía de un demonio cuya presencia emanaba un carisma oscuro y misterioso: Alastor.

Alastor caminaba junto a Lilith por un sendero en los jardines oscuros del inframundo. Los árboles retorcidos y las flores marchitas creaban un paisaje siniestro pero hermoso. La luz espectral que emanaba de los faroles flotantes daba a todo un aire de irrealidad. Lilith, con su porte majestuoso, parecía a gusto en este ambiente lúgubre, mientras Alastor, con su sonrisa perenne y su voz resonante, parecía un predador siempre al acecho.

A la distancia, Eva quedó fascinada por Alastor. Su porte, su poder y su enigmática personalidad despertaron en ella una obsesión. Observó cómo Lilith y Alastor conversaban, riendo ocasionalmente, mostrando una camaradería rara en el inframundo.

-Es fascinante, ¿no es así?- murmuró Eva para sí misma. -La manera en que se mueve, cómo se comporta… hay algo especial en él- Roo, que estaba a su lado, levantó una ceja.

-¿Qué estás murmurando, Eva?- Eva sonrió, sus ojos brillando con una nueva determinación.

-He cambiado de idea, Roo. Ya no quiero simplemente reemplazar a Lilith. Quiero a Alastor. Él será mío- Roo la miró con escepticismo.

-¿Y qué hay de nuestro plan? Suplantar a Lilith y tomar el control de su familia era el objetivo- Eva negó con la cabeza.

-No, nuestro plan ha evolucionado. Necesito que ajustes tus tácticas. Primero capturamos a Lilith, pero luego atraeremos a Alastor. Confía en mí, Roo. Esto funcionará mejor de lo que habíamos imaginado-

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Un día, en uno de sus habituales paseos por el mercado oscuro, Lilith fue emboscada. Eva y Roo, junto con un grupo de demonios leales a su causa, la rodearon en un callejón estrecho. Los muros de piedra del mercado parecían cerrarse sobre ellos, y la atmósfera, cargada de tensión, hacía que el aire fuera difícil de respirar. Lilith, sin mostrar miedo, se giró para enfrentar a sus atacantes.

-¿Qué es esto, Eva? ¿Qué pretendes?- Eva se adelantó, su rostro iluminado por una sonrisa fría.

-Es hora de un cambio, Lilith. Un cambio en el que tú ya no estás incluida- Antes de que Lilith pudiera reaccionar, Roo la golpeó con una energía oscura, inmovilizándola.

-Llévensela- ordenó Roo. Los demonios la apresaron y la llevaron a la prisión celestial oculta entre el limbo y la frontera del cielo.

Con Lilith fuera del mapa, el siguiente paso era atraer a Alastor. Sabían que el carismático demonio no caería fácilmente en una trampa, así que utilizarían a Lilith como carnada.

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El inframundo se encontraba en un estado de tensa calma, una paz precaria que cualquier pequeña chispa podía destruir. Las calles del infierno estaban llenas de susurros sobre el inminente primer exterminio, un evento que nadie sabía exactamente cómo se desarrollaría, pero que todos temían. Entre los rumores y el miedo creciente, Alastor continuaba con su vida, ajeno al complot que se desarrollaba a su alrededor.

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