Capítulo 2

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Mathew

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Mathew

Por más que trataba de entender a mis padres no comprendía la razón por la cual nunca nos buscan, desde hace mucho, mi hermana y yo nunca vivimos juntos, para mi es como una desconocida, pero no es nuestra culpa, simplemente así nos criaron.

Muchas veces me sentí solo, pero me aferre a mis amigos y a mi novia, Annia también me abandono, sentado frente al cielo me preguntaba la razón por la que mi vida es una mierda, mi papá no estaba y mi madre tampoco, ellos están rehaciendo su vida, mientras veían como me destruía, pero hay un dicho que dice que mientras tus heridas están sanando, otras se están abriendo.

Eran las seis de la mañana, mi vida era aburrida, empecé a vivir por mi cuenta, así que empecé a trabajar y estudiar sin que mis padres se den cuenta, aunque era poco lo que ganaba me servía para pagar mis cosas, sentía que una soledad me abrazaba y me sentía tan solo, llegaba a mi casa y al verme tan solitario recordaba lo miserable que soy. Quisiera poder llegar a casa y encontrarme con mi hermana ahí sentada frente a mis padres por haber hecho alguna cagada, pero lo que veo es un vacío, una casa que no es un hogar.

Todos los días lo primero que hago es regar las plantas de mi apartamento, veía en ellas la esperanzas y eran mi única familia, mis amigos decían que estaba loco, pero los locos eran ellos por juntarse conmigo. Estudio en un instituto técnico y este año me graduó, ya no seré el hijo mantenido de mis padres y eso me alegra. 

—¿Iras a la fiesta? —preguntó Thom.
—Mañana tengo clases y entro temprano al turno —dije.
—Un puto aburrido —se molesto.

Ni siquiera se preocupan por mí, ni siquiera me pregunta cómo se siento, solo quieren llevarme de fiesta en fiesta, a veces dudo mucho que sean mis amigos. Realmente la soledad me está afectando, ya siento que hablo con las gallinas de la vecina, que loco.

Estábamos en época de frío, tenía un frío de mierda que congelaba mis dedos, pero tenía que trabajar para pagar el instituto y también la renta del apartamento, eran las diez de la noche, tenia mucho frío estaba navegando en una red social y encontré una aplicación para conocer personas y recordé una frase que dice: "a veces tu alma gemela puede estar en otro país".

Empecé a navegar, encontré a una chica llamada Amy, una morena de ojos claros, no me gustan las chicas que tengan el mismo color de ojos, no me parecen atractivas, estaba por eliminar la app, cuando me encontré un perfil, decía Hanna17, una chica sin perfil, era un poco interesante, me gustaban los misterios, aunque si estuviera Thom aquí diría que es un viejo usando nombre de chica, qué más da, yo quiero conocerla, si es menor que yo mejor y si es más chaparra que yo también, la vida se trata de conocer personas y no voy a dejar pasar esta, quizá parezca loco estar hablando con alguien virtual, pero a veces son más sinceros, amo la gente sincera, esa que dice que se irá, esa que deja una despedida.

  Yo:
  Hola!

Hanna17:
Hola.

Ya eran las once de la noche y el sueño se apodera de mí, mi celular se apagó y mi cocina era un cochinero, pero no podía dejarle el visto, cargué unos minutos el celular y le respondí:

Yo:
¿Cómo estas? ¿Todo bien?

Hanna17:
Bien, supongo. 
¿Y tú?

Sus mensajes eran rápidos, me encantaba eso, me gusta la gente que ama contestar rápido, pero mi celular me había abandonado, ni siquiera pude abrir su mensaje, lo puse a cargar, pero también tenía que terminar de limpiar el cochinero que tenía en casa, así que mañana le pediré disculpas, pensé. Lo peor es que mi turno empieza a las seis de la mañana, literalmente no tengo vida social, en ninguna parte porque siempre odio a los del trabajo, había también una chica que siempre me molesta.  Ahora lo único que quiero es llegar a casa y escribirle a aquel tesoro misterioso que descubrí yer, espero no estar equivocado con ese perfil, porque creo que me esta pasando la cosa más torpe de mi vida. Llegué a mi casa y lo primero que hice fue escribirle, sentía que nosotros dos teníamos algo en común, pero aún no sabía que era.

  Yo:
¡Hola! Ayer no pude contestar, me dormí. ¿Me perdonas?

Hanna17:
Hola, está bien.

Yo:
¿Cómo estás?

Hanna17:
Bien, supongo.

Yo:
Quiero conocerte
¿puedo? Se que es muy pronto, pero me llamas la atención. 

Hanna17:
¿Conocerme a mí?

Yo:
Si a ti.

Hanna17:
No, sé que decir.

Yo:
Se que no me conoces, por eso, ¿Qué te parece si somos amigos por ahora?

Hanna17:
Si, está bien.

  Yo:
Me iré a dormir, mañana trabajo y el turno es más temprano. 

Antes que ella lo leyera me desconecte, no sé a dónde nos llevara esto, pero me encanta sentir que encontré a una persona con la que pueda existir una amistad bonita, nuestros horarios estaban muy horribles, eran cinco horas de diferencia, justo cuando ella podía hablar yo estaba trabajando, no puede ser, que miserable es el destino. Los finales felices no existen, pero yo creo que todos queremos que eso cambie y que un día seamos felices, que chistoso, quizá esto está yendo muy rápido casi siempre vivo solo, pensando en lo miserable de la vida.

Hanna17:
Hola, también me dormí temprano.

Yo:
¿Cómo estás? 

Creo que todos los que usamos las redes sociales nos alegramos cuando recibimos ese mensaje de esa persona, quizá era muy pronto para empezar a quererla, pero solo ella lograba sacar una mínima sonrisa de mis labios, mi hermana siempre decía que era amargado, pero veo que ella siempre se equivocó, la amargada y odiosa es ella. Dicen que nunca sabes en donde esta tu alma gemela y quizá yo le encontré, es ella tan silencia y tan inocente, es como un misterio 

—Hey, Mathew vamos a ir con los del grupo a una fiesta ¿vienes? 

—No tenía intenciones de salir. 

—Amigo ¿estas bien? —pregunto. 

Estaba cansado de salir a fiestas, mentira, había recibido una llamada de mis padres, hoy era el cumpleaños de mi hermana, nunca me he llevado con ella y tampoco quiero hacerlo, pero tenía que contestar esa llamada. 

—Hola, ¿cómo están? —pregunte.

—Tenemos una sorpresa para ti. 

—Pero no soy yo el cumpleañero —dije. 

—El próximo año te iras a vivir con tu hermana. 

-—¿Qué?

—Ya es tiempo de que dejes la rebeldía

—Puedo aceptar cualquier cosa, menos esa. 

Antes que dijeran más cosas decidí cortar la llamada, siempre he hecho lo que ellos quieren, pero ya no lo harán más, no pueden venir a decirme que quieren una familia que ya no existe desde hace mucho. 

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¡Hola

sí llegaste hasta aquí... gracias, te quiero. 

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