Lo que crece en tu pecho

59 5 2
                                    

En algún punto, Red Son había terminado de renovar la fortaleza. Los bullclones estaban en su mejor forma y los motores de sus vehículos rugían majestuosamente. La familia Demon Bull aún necesitaba tiempo para intentar conquistar el mundo nuevamente, pero ahora ya no era una cuestión de recursos si no una cuestión de oportunidades.

Aunque, sus padres se veían felices con su hiato de conquistar el mundo. Se estaban tomando su tiempo para descansar y recuperarse, permitiendose a sí mismos disfrutar de su nuevo hogar. Ahora, los padres de Red Son parecían menos enfocados en sus ambiciones y más concentrados en estar juntos.

Demon Bull King había estado aprisionado por tanto tiempo que la tecnología del momento lo fascinaba. Parecía disfrutar la televisión por ahora. Red Son podía escuchar la televisión instalada en el cuarto de sus padres a todo volumen incluso en lo más tarde de la noche, su padre fascinado por lo que estaba en la pantalla. Podía escuchar los discursos apasionados de su padre sobre su show favorito entrecortados con la risa de su madre resonando por los pasillos.
Era un sonido de bienvenida, que hacía sonar a la lúgubre fortaleza un poco más acogedora.

Red Son, sin embargo, no se encontraba igual de contento pasando sus días viendo la televisión. Gracias a su sangre real, era un trabajador de corazón, y cuando no tenía nada que reparar lo único que podía hacer era pensar. Y últimamente, sus pensamientos sólo viajaban a los mismos miserables lugares- el olor a tinta en su piel, la imágen de peonias en sus clavículas que guardó y observaba de noche, la sonrisa del Chico Fideo al llamarlo mi héroe. Todos aquellos eran temas a los que les regalaría más tiempo del que quisiera, deseaba poder tener algo que hacer de una vez.

Pero, ya había terminado todos sus grandes proyectos, y sus padres no estaban haciendo planes de ataque, y por mucho que odiara admitirlo, el Chico Fideo tenía razón- no le interesaba lo suficiente conquistar el mundo por su cuenta. Así que a pesar de los días extremadamente aburridos y noches existencialmente miserables, Red Son trató de disfrutarlo al máximo, pasando platos de pato al rededor de la mesa mientras Princess Iron Fan le comentaba todo lo que había pasado en la política a su esposo poniéndolo al día con el jugoso salseo. Él mordió una raíz de loto mientras escuchaba las observaciones sarcásticas de sus padres sobre el más nuevo drama en el reino celestial, tratando de calmar el temblor de su pierna.

Cuando Lady Bone Demon regresó, su madre suspiró, bajando sus palillos. “ No hay mucho que podamos hacer sobre su regreso, más que esperar que no reingrese a nuestras vidas.”

El agarre de DBK a su vaso era tan fuerte que lo agrietó.

Princess Iron Fan aclaró su garganta. “Mi amor, ¿de dónde sacaste esta receta de dumplings? ¿Es del canal de cocina que miras mientras duermo?”

El tema cambió de repente cuando DBK comenzó a discutir su atraco de media noche de Cooking with Chang’e, viendo como sus padres forzaban tal insignificante charla corta, Red Son entendió que había un acuerdo no hablado en el aire. La Familia Demon Bull King no se permitiría estar relacionados con ella otra vez.

Tal vez era porque Red Son estaba desesperado por hacer algo ya que había terminado todos sus proyectos, pero esto le molestaba. Se supone que Megapolis sería su capital, ¿no es así? Se suponía que la Familia Demon Bull King cambiaría el mundo como les pareciera mejor. Pero Lady Bone Demon lo estaba destrozando- lo estaba destrozando todo- sin ningún obstáculo. Y era cuestión de tiempo para que la fractura de hielo azul que atravesaba el campo llegara a su puerta. ¿No deberían detenerla?

Pero eso sería algo que diría un héroe, ¿no es así? Tratar de eliminar a una plaga despiadada que destruía las tierras no era exactamente algo que haría un villano. O tal vez la razón no era que Red Son fuera un héroe, sino que era demasiado amoroso, tratando de recuperar el mundo para que sus padres pudieran sostenerlo.

Un Jardín A Través de Nuestras Clavículas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora