02

123 13 0
                                    

A la mañana siguiente Vegetta despertó con una sonrisa en su rostro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A la mañana siguiente Vegetta despertó con una sonrisa en su rostro. Estaba feliz por lo que había sucedido la noche anterior, por Dios, eso sería el combustible de sus futuras pajas. Se quedó unos minutos más en la cama, asimilando que acababa de despertar y después de unos minutos se puso de pie, sentándose en la orilla del colchón y viendo sus pies, disociando por unos cinco minutos más, finalmente se puso de pie, listo para hacer su típica rutina y empezar a ganar Karmacoins nuevamente por internet.

Desayuno típico. Ducha típica. Limpieza típica. Entrenamiento típico. Su vida regresaba a ser la típica tragedia después de una pequeña noche de diversión. Vegetta suspiró, decidió no trabajar, de todas maneras, su computador no se iría ¿o sí? Después de desayunar se sentó en el sillón, su gatita se sentó sobre su regazo mientras él la acariciaba y veía la tele. Sus bermudas moradas y playera de tirantes blanca eran suficientes para andar vagando por su casa sin problema alguno, tal vez también para tomar algunas copas, después de todo, estar a solas en su casa era el paraíso... Aunque claro, ese paraíso, pequeña paz mental, como quieran llamarle, no duro por mucho; alguien tocó su puerta. Con toda la pena del mundo, Vegetta movió a su pequeña gata gris de su regazo y se puso de pie a regañadientes. – ¡Ya abro! Hostia, que pesados... – El azabache se quejó para sí mismo mientras caminaba pesadamente a la puerta de su apartamento.

Al abrir la puerta miró a su amigo, Willy, quien tenía chupetones por todo el cuello y esa expresión de que se había desvelado. Vegetta inmediatamente soltó una risa entre dientes. – Parece que te arrollo un camión y te saltaron veinte tías encima, amigo mío – El ojimorado se burló un poco, a lo que el platinado respondió con una risa sarcástica, después apartó a su amigo y caminó con toda la confianza del mundo al sillón púrpura de Vegetta. – Me la pasé de maravilla anoche, tanto que ahora mis bolas duelen – Mientras decía eso, el azabache se sentaba a su lado. – ¿Qué sucedió después de que te perdí, Willy? – Vegetta preguntó mientras se acomodaba en su lugar. – Oh, bueno, una chica guapa me sacó del lugar junto con dos de sus amigas – El platinado frotó su cuello lleno de esas marcas moradas. – Me exprimieron totalmente. – Suspiró, haciéndose el cansado.  – Pero no importa, ¿Qué hay de ti? ¿alguna cría que haya querido liarse contigo?– Su mano delgada y pálida fue a su bolsillo y sacó su caja de cigarrillos para encender uno en su boca.

– Agh... Ni que lo digas – Vegetta se había arrepentido un poco, teniendo en cuenta los problemas que el acostarse con un sujeto extraño de una fiesta clandestina le podrían traer. – Ve con tus propios ojos. – Se estiró un poco y tomó el papel con el número del desconocido que había dejado en la pequeña mesa frente el sillón la noche anterior solo para pásaselo a su amigo. – Entonces... ¿Rubius? ¿Alguna especie de nombre travesti? – Willy veía el trozo de papel, examinandolo por ambos lados. – Pues no lo sé, hombre, no lo sé – El azabache se encogió de hombros. – Me lo chupó por completo, te puedo decir que me hizo sentir lo que no he sentido desde que terminé con... Ni su nombre puedo decir – Él se sentía genuinamente mal, recordandola pero pensando en lo que sucedió la noche anterior. – ¿En serio dejaste que un travesti te la chupara? – Willy preguntó, un poco confundido, pues sabía que Vegetta solía estar estrictamente con mujeres. El ojimorado simplemente suspiró rendido y asintió. – Y sin condón, lo peor de todo es que ni siquiera recuerdo por completo su rostro. – Vegetta frotó su cara propia con su palma. – ¿Y entonces por qué no le envías un mensaje? – Willy sugería cosas que para Vegetta eran un poco arriesgadas, por así decirlo, pues a él no le gustaba del todo la idea de salir con un hombre, mucho menos a uno que vete a saber con cuantos se había metido en ese tipo de eventos sucios. Un teléfono lo sacó de sus casillas. Era el teléfono de Willy, quien miró la pantalla e inmediatamente abrió los ojos como plato. – ¡Mierda! ¡Tengo que irme! Te veré en otro momento, me dices como va esa vida tuya – El platinado se puso de pie y salió prácticamente corriendo sin dejar a Vegetta decir algo más. Típico de Willy.

Call me, darling 𖹭 Rubegetta || Karmaland AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora