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𝐋o odiabas.
Él también te odió.
Así es la vida, no esperabas que las cosas cambiaran. Te encontró sarcástico, lleno de mierda y molesto. Lo encontraste irritante, su cara de estúpido te da ganas de vomitar. Ustedes dos ni siquiera podrían permanecer en la misma habitación sin que ocurriera una pelea de gritos.
Sherlock te odiaba.
Estabas bien con eso, honestamente, lo estabas. De hecho, se sintió aliviado con la información. Pero eso no cambia el hecho de que vives en el piso de arriba. A veces, ambos deseaban no haberse conocido nunca.
Era arrogante, un sabelotodo insufrible y lo único que querías hacer era gritarle en la cara. Él se burlaría de ti y tú responderías a sus burlas siendo engreído.
Nunca pensaste que caerías tan bajo, pero odiabas tanto a ese hombre y él también te odiaba a ti.
Tocaba el violín a todo volumen y en medio de la noche, cuando intentas dormir, así que asegúrate de caminar con más peso que tú. Detente y asegúrate de arruinarle el día, obligándolo a abandonar su apartamento.
Sherlock odiaba admitir que te encontró interesante cuando te conociste, eras más difícil de deducir y no lo dejabas entrar en tu espacio seguro, eras más difícil de conocer. Sherlock se enorgullece de sus cosas, no le gusta el hecho de que seas una de las pocas personas a las que no puede descifrar.
"Cuidado, Holmes, aquí también vive otra gente".
"Oh, estoy dolorosamente consciente (T/n)", respondió Sherlock, con el mismo tono amargo que dijiste.
