¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Gilderoy Lockhart no parece captar las indirectas. En una palabra, es un gilipollas. Tiene el sentido de la importancia personal más exagerado que jamás hayas visto en una persona. En cada conversación, Lockhart alardea y se jacta de sí mismo, hasta el punto de que todos tus otros colegas también comienzan a enojarse con él. Desafortunadamente, se sienta a tu lado, por lo que no puedes evitarlo. Al menos, por un rato.
Pronto empiezas a dominar el arte de salir apresuradamente del Gran Comedor después de las comidas. Llegas unos minutos antes y comes rápido. En el momento en que lo ves entrar, sales. Te queda poco tiempo para la discusión y aún menos tiempo para que te moleste. Desafortunadamente, el profesor se da cuenta. Para tu descontento y frustración inmediatos, comienza a llegar al desayuno al mismo tiempo que tú. Su asiento está justo al lado del tuyo (gracias a Merlín, piensas sarcásticamente) y su deseo de conversación es predominante como siempre. Te sientes más irritable y molesto con cada comentario.
En la siguiente comida, tienes una idea brillante. Pasas de largo tu asiento, ignorando las miradas confusas que te dirigen, y sigues caminando hasta que estás detrás de una silla vacía. El alivio te invade, te sientas y empiezas a comer. Desafortunadamente, después de unos minutos, alguien se sienta a tu lado. Estás a un momento de maldecir a Lockhart cuando te das cuenta de que el profesor sentado a tu lado no es Gilderoy Lockhart.
