Muchos gritos, sin hablar. Cómo para estar, totalmente normal
Fragmento de Totalmente normal, de Cuarteto de nos
Desgraciadamente, cómo le sucede a prácticamente todas las personas que sufren condiciones infelices, y esto lo cuento por experiencia propia, Marco tuvo que seguir con su vida de manera normal tras ese acontecimiento, sin que el mundo se hubiera compadecido por los malos momentos que tuvo que pasar. Su sufrimiento fue imperceptible para el mundo entero. Fue una historia trágica que nadie podía conocer y que solo atormentaba al pobre mancebo. No era más que una tragedia más, silenciosa en el universo.“Actúe en contra de otro hombre, para robarle. Cometí un pecado. Uno muy grave. Y eso me hace sentir una especie de veneno en el estómago, como si se cociera dentro mío este acto impuro. Hice deliberadamente el mal; fui un criminal, uno sin honor. Pero, sin embargo, no paso nada. Ahí, en la cabaña todo siguió igual. Sonaba de fondo Subterraen Homesick Aliens, y todo era tan calmado. Por Dios... Mi mente es un completo desastre en estos momentos. Me cuesta un montón procesar mis pensamientos. Tengo todo el cerebro revuelto entre pensamientos confusos. Quisiera al menos poder ser capaz de escribir en este librito mi sufrimiento; solo para contarlo y tal vez sellarlo entre sus páginas. Sé que es estúpido, porque el libro no puede aconsejarme realmente. Es solo un documento sin relevancia alguna”
He visitado aquella cabaña que nuestro protagonista menciona, y que resulta un lugar crucial en nuestra crónica. Me costó mucho lograr encontrarla, pues se trataba de un escondite que, únicamente el pecoso, y si acaso dos amigos más, pudieron llegar a conocer. Cómo no podía hablar con esos dos amigos (pues uno era Rafael y el otro se trataba de Manuel, alguien que más adelante veremos) tuve que basarme en lo que mencionaba nuestro protagonista en el diario.
Fue una travesía bastante interesante, y hasta diría que entretenida, debido a que logro ayudar a entretener mi mente, que seguía perdida en la tragedia del chico desaparecido. También fue algo muy complicado, aunque no lo suficiente para decir que necesite la ayuda de Holmes o Duppin. Tuve que buscar hasta la pista más minuciosa presente en el pequeño librito, meditando largo rato en sus anotaciones, que llegan a ser confusas por el tono poco profesional de la narración, y que dejan ideas a la imaginación. A veces me cansaba por saber la ubicación, otras me quería rendir, y hasta le confesaba mi empresa a algún conocido, solo para que se rieran por mi estúpida aventura.
Llegaba a quedarme en mi escritorio, agachado, con la luz de la lámpara reflejándose en mi cabello. En esos momentos estaba completamente cansado y quería que todo el mundo se fuera a la mierda; agarraba el libro ese, y quería romperlo, descargar mi ira sobre aquella narración indescifrable. Por un momento me sentía como si estuviera descifrando el extraño lenguaje presente en El escarabajo dorado de Poe. También anhelaba un tesoro de gran valor, aunque esté cargado de un carácter más sentimental.
Cuando por fin pude descubrir la cabaña, después de varios intentos, ya más haciéndolo para ver si ahora sí resultaba o no, me lleve una gran emoción y sentí como si mi viaje por fin hubiera llegado a su fin. No podía creer la majestuosa imagen que salía ante mis ojos; era un lugar mítico para mí, un sitio más allá de mi conocimiento. Por un momento se me figuraba aquello a la leyenda de Droctulft. Realmente habría dado mi vida por proteger esa divinidad.
Al final, valió la pena lograrlo.
Realmente, este lugar se siente como un sitio fuera del mundo normal. Es una cabaña que apenas y tendrá tres cuartos: una sala de visitas donde nos recibe una mesa para comer, y en donde en los rincones descansaba una canastilla que contenía álbumes de lo más encantadores, yendo desde Radiohead, pasando por Metalica, e incluso habiendo uno de éxitos de Frank Sinatra, e incluso estando presente el mítico Ok computer. El tocadiscos ya estaba cubierto de polvo, al igual que las tres únicas ventanas que había en la cabaña, dos en la sala y la tercera en el dormitorio. No me imagino que habrá sido estar ahí de noche (aunque a mí me daría miedo).
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Crónica de un joven bastardo
Teen FictionA manera de mostrar la verdad respecto a la confusa historia de Marco Benedetti, un narrador anónimo se propone la tarea de crear una crónica que dé a conocer la realidad de Marco, aquel chico que murió lleno de rumores y desgracias. Esta historia...