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Alessandra

- ¡No puede ser!- grité poniéndome a llorar.

Efectivamente, esa era yo gritándole a mi hermano y llorando cuando abrí el Gmail que decía que me habían aceptado en la mejor universidad de Londres para estudiar medicina.

Muy pocas veces lloraba, no era normal en mi.

En esa época, nunca expresaba mis sentimientos, no quería que mi hermano se tuviera que preocupar por mi, él ya tenía una carrera hecha y lo único que no quería era que tuviera que estar pendiente de mi.

Unos meses después, me fui a Londres a cumplir mi sueño de ser médica, y así pasar más desapercibida y que nadie me reconociera.

Empecé a usar mi segundo apellido, quedando así Alessandra Bianchi en vez de Alessandra De Luca.

Llevando ya un año en Londres, me volví a apuntar, después de 4 años, al baloncesto, donde conocí a mi mejor amiga, Olivia Brown.

Cuando nos conocimos, ella era una integrante más del equipo pero, al paso de los años, se convirtió en entrenadora.

Olivia tiene los mismos años que yo, 23, es alta, tiene él pelo largo y rubio, y unos ojos de color azul marino, en general es muy guapa, a parte de eso, tiene una personalidad muy peculiar, ella dice las cosas antes de pensar, y después de decir lo que sea que tenga que decir, ya sea una tontería o algo muy personal, piensa. A diferencia de mi, ella si expresa sus sentimientos, y en eso me está ayudando.

Me encanta pasar tiempo con ella, siempre quedamos para tomar el café, y luego ir a entrenar.

Hoy, 14 de enero, no ha podido venir a entrenarnos, así que, ha pospuesto el entrenamiento para el sábado, es decir, dentro de 3 días, y como yo no puedo estar tanto tiempo sin entrenar, le he dicho ha Andrew haber si me podía entrenar hay.

Andrew es uno de los muchos amigos de mi hermano, pero en este caso, es su mejor amigo, Se mudo de Italia a Londres al mismo tiempo que yo, y desde entonces nos hemos hecho amigos.

Él entrena a un equipo de baloncesto masculino en pleno centro de Londres, su equipo, es literalmente el mejor de todo Londres, y como no tenía a nadie más, he decidido decirle a él.

Obviamente, accedió a entrenarme.

Así que ahí estaba, con mi bolsa de entrenamiento en pleno centro de Londres a punto de entrar al que creo que es el polideportivo más lujoso que he visto en mi vida, cuando noto como alguien se acerca a mi y me abraza como si no me hubiera visto en 2 años a pesar de que me vió hace 4 días.

- Andrew, que no me dejas respirar - Digo con la voz entrecortada

- Perdona, perdona, es que es la emoción de que por fin te pueda entrenar - dice muy emocionado - por cierto, ¿ has hablado con tu hermano ? - me pregunta

- No, porque ? - le contesto extrañada por la pregunta.

- Es que Alessandro dice que no le coges el teléfono desde hace 2 horas - me dice, y seguido me empiezo a reír.

- Que exagerado es, tengo el teléfono en no molestar, precisamente para que no me moleste cuando estoy en clase - le explico sacando el móvil y viendo las 70 llamadas perdidas.

- Pues yo que tú le llamaría ahora antes de que coja un vuelo desde Italia a Londres, que tú sabes que él es muy capaz de hacer tal cosa - me dice y seguidamente le llamo.

Después de estar 30 minutos hablando con mi hermano en el vestuario decido salir ya a la cancha a entrenar. 

Una Perfecta Coincidencia-Saga Perfecta #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora