4.La moda de ahora es entrar por las ventanas

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Miranda

“ So am i”, de Ava Max sonaba en la radio de la cafetería y yo tarareaba la canción mientras preparaba un café que habían ordenado hace unos minutos.

Dentro de dos días iniciaría la Universidad y por ello Bill nos había dado el fin de semana libre, así que mañana no tendría que venir al trabajo.

—¡Pedido listo!— Deen llamó a Danna y esta fue en su dirección para tomar la bandeja y dirigirse a la mesa de una pareja que parecía estar celebrando su aniversario.

Los chicos de las motos no habían venido más, algo que se me hacía raro ya que no solían desaparecer tanto tiempo, o al menos eso me había contado Danna.

— Angelina—. Me llamó Bill y yo me giré hacia él. Los primeros días no le respondía a su llamado, ya que no estaba acostumbrada al apodo y eso le molestaba mucho, pero más le molestaba cuando lo llamaba por su nombre.

— ¿Jefe?— le respondí pronunciando

con cuidado la palabra.

— Comienza a limpiar las mesas y cambia el cartel a cerrado en cuanto la pareja termine—. Me pidió.

— Pero falta una hora para cerrar—. Le dije.

— Hoy cerraré más temprano—. Respondió— Es un día muy especial para mí.

— Está bien—. Le dije— Iré a limpiar las mesas entonces—. Pero el brazo de Bill me detuvo.

Yo me giré un poco confundida y lo miré a los ojos. Él también me miraba, como a la espera de algo, pero yo no sabía que.

—¿No tienes curiosidad?— me preguntó y yo alcé una ceja.

—¿Sobre qué?

— Nada—, respondió con un tono de cansancio antes de darse la vuelta y marcharse quejándose— los jóvenes de estos tiempos. De seguro ni me estaba escuchando.

Caminé hacia la primera mesa sin entender lo que me había querido decir el jefe. ¿De verdad esperaba que yo le preguntara sobre sus planes de esta tarde?

Si era así, lo sentía mucho por él. Desde pequeña me habían educado para no ser metiche y respetar la vida privada de los demás. Así que no me iba a poner a indagar en su vida.

La campanilla que colgaba de la puerta sonó, avisando la llegada de un nuevo cliente.

— Estamos cerrando—. Dije con la voz más amable que pude encontrar a las seis y cincuenta de la tarde. Claramente estaba cansada, perdón por la víctima que se cruzó en mi camino a esta hora.

— Solo venía a entregar un encargo a Bill—. Me giré al escuchar su voz—¿Se encuentra?

— ¿Bill?— le pregunté.

— Sí, Bill—. Respondió.

— Espera un momento—. Pedí antes de dirigirme a la parte de atrás de la cafetería— Jefe, le buscan en la entrada—. Avisé.

—¿Quién?— me preguntó.

— Allen Versen—. Le respondí— Dice que tiene un encargo para usted.

Solo Contigo, Maldito Biker (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora