2. ¿Azúcar o miel?

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Miranda

Me miré una última vez en el espejo antes de resignarme y salir del baño. No me gustaba para nada el uniforme de esta cafetería. Me hacía parecerme a una de esas chicas de los siglos pasados, cuando las mujeres solo pensaban en tejer o perder el tiempo observamos a las mariposas salir del capullo.

El vestido azul me llegaba un poco por encima de las rodillas. Era de mangas largas, pero podía arremangarlas si quería. Un delantal me abrazaba el cuello y la cintura, más el ridículo sombrero de vaquero en mi cabeza que no cubría ni un cuarto de la misma y hacia juego con las botas de vaquero que me habían obligado a poner.

Al salir de la habitación y entrar a la cocina me topé con Deen. El mismo era un señor de unos sesenta años. Su cabeza casi calva dejaba a la vista algunas canas poco visibles. Tenía ojos marrones y ojeras en cada uno. Su piel era arrugada, pero extrañamente no le quedaba mal. Vestía un pantalón marrón y un pullover azul como mi vestido, con el delantal cubriendo su enorme panza.

Me saludó con la cabeza y yo repetí la acción antes de dirigirme a la salida donde me encontraría con Bill.

Danna se encontraba atendiendo dos mesas a la vez y parecía tener mucha práctica en ello, pues era capaz de hacer todo y a la vez sonreír a los clientes que me devolvían la sonrisa.

-¿A qué esperas Angelina?-?-me preguntó Bill.

-¿Qué?-pregunté -¿Cómo me llamó?

-Angelina-. Respondió-Tú nombre es muy complicado, así que a partir de hoy serás Angelina para mí.

-Es Miranda, jefe-. Pronuncié mi nombre con suma lentitud.

-¡Ja!- fingió una risa- ¿Cómo la mamá de Sofía Primera?- pregunté y yo alcé la ceja asombrada por su conocimiento sobre el animado-¡No me mires así! Tengo ocho nietas que sueñan con volverse princesas y hablar con los animales, y todo por culpa de ese animado. Mejor ve a ayudar a Danna. Se ve que está muy ocupada.

Me entregó una libreta y un lápiz, antes de señalarme las mesas que serían mías.

Me encaminé a una de ellas y tomé su pedido para luego llevarlo a Deen y así sucesivamente me pasé la tarde entera.

Alrededor de las tres y cincuenta, cuatro motos llegaron al lugar haciendo un horrible estruendo. Todos en el lugar miraron, pero luego regresaron a sus asuntos, como si ya estuvieran acostumbrados.

El primero en entrar iba vestido con unos pantalones azules y un pullover blanco. Su cabello era castaño y tenía ojos marrones que le hacía verse muy guapo en combinación con su piel acaramelada. Debía medir más o menos 1.89cm y estaba muy bueno. Se le notaba por como el pullover se le pegaba a su pecho. El segundo era el pelirrojo de ayer. Esta vez vestía con un pantalón gris y una camisa oscura. Venía mirando el móvil, por lo que no se dio cuenta de mi presencia al pasar por mi lado y yo lo agradecí. Después de nuestra charla anterior, no quería hablar con él.

El tercero lo identifiqué como el chico de anoche. Vestía una sudadera negra y unas mallas con listas grises. Su cabello oscuro le rozaba ligeramente las cejas, sin tapar sus ojos azules. Se dirigió donde los demás y se sentó en una de las esquinas de la mesa, ignorando al mundo. Detrás de él venía otro chico. Este era rubio y de ojos verdes. Tenía una mirada juguetona y al pasar por detrás de Danna se le quedó mirando descaradamente, como si quisiera que ella lo notara. Al contrario del peli castaño y el pelirrojo, que compartía tamaño, este debía medir 1.87cm. Pero su tamaño no le quitaba atractivo.

Solo Contigo, Maldito Biker (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora