Miranda
No puedo creer que vaya a hacer esto.
—Hola—. Su voz sonaba ronca, parecía recién levantado.
—¿Chase?— pregunté para asegurarme que era el número correcto.
—El mismo—. Respondió— ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?
— En el hospital—. Le respondí.
—Déjame adivinar...¿Un yeso?— preguntó con diversión.
—No, pero Danna tuvo que irse por una emergencia—. Respondí un poco molesta por su tono—¿Me puedes ayudar o no?
Rió.
— Espérame sentada—. Dijo— No te vayas a mover.
— ¿De verdad no puedo?— pregunté con sarcasmo— Es que pensaba caminar un poco mientras tanto.
— Ja ja, muy graciosa—. Respondió— Ya salgo para allá—. Y colgó.
Me lo había pensado demasiado tiempo antes de llamarlo. Todo esto no habría pasado si Danna no me hubiera dejado sola. No... En realidad esto no habría pasado si le hubiera impedido a Chase entrar en mi casa.
Mi pierna se hallaba vendada, pero no había lesión alguna. Solo estaba lastimada. Aún así me habían ordenado reposo y fomento frío.
Danna me había traído hasta aquí y me había ayudado a caminar hasta el salón de ortopedia, pero se había tenido que ir después de una llamada urgente de Bill sobre algo que tenía que ver con salsa o que se yo.
Yo solo me preguntaba una cosa: ¿Ahora como iba a iniciar la Universidad?
La única amiga a la que conocía y que sabía que podía ayudarme era Danna, pero si a diario me acompañaba hasta que mi pie mejorara, se le haría tarde para sus propias clases. Además podían ocurrir contratiempos como el de hoy que me dejarían a la deriva.
Cerré lo ojos y dejé de pensar por un momento. Ya encontraría una solución para mis problemas, después de todo yo siempre tenía soluciones a la mano.
Claro, como mismo hallaste una solución para impedir que tus padres te mandaran al desierto. A más de 300 millas de distancia.
No queda tan lejos y como dice Tamy, no es un desierto.
Díselo al Gran Cañón.
El vibrar de mi teléfono me sacó de mi conflicto mental.
— Ya llegué—. Dijo y yo solté un bufido.
—¿Te aplaudo?— pregunté con sarcasmo y luego me colgó.
Miré el teléfono confundida para después mirar hacia el pasillo. Varios médicos y pacientes caminaban entre ellos, algunos hablando y otros apurados, pero ninguno me llamó más la atención que ese chico de sudadera gris y pantalón negro que se acercaba a mí con el semblante serio.
Caminó hasta mi dirección y al llegar donde yo se quedó parado frente a mí. Yo comenzaba a sentirme insegura al tenerlo ahí, de pie mientras yo yacía sentada.
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Solo Contigo, Maldito Biker (+18)
Novela JuvenilTodos pensamos lo mismo cuando vemos un motorista: "Vaya, que moto" "Está que te moja las bragas" "Debe ser un malandro" Pero, ¿Te estaría mintiendo si dijera que mi historia no será así? ¿Te mentiría si dijera que mi Biker no va a ser un chico prob...