5.¿Te preocupas por mí?

176 21 7
                                    

Miranda

No puedo creer que vaya a hacer esto.

Hola—. Su voz sonaba ronca, parecía recién levantado.

—¿Chase?— pregunté para asegurarme que era el número correcto.

El mismo—. Respondió— ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

— En el hospital—. Le respondí.

Déjame adivinar...¿Un yeso?— preguntó con diversión.

—No, pero Danna tuvo que irse por una emergencia—. Respondí un poco molesta por su tono—¿Me puedes ayudar o no?

Rió.

Espérame sentada—. Dijo— No te vayas a mover.

— ¿De verdad no puedo?— pregunté con sarcasmo— Es que pensaba caminar un poco mientras tanto.

Ja ja, muy graciosa—. Respondió— Ya salgo para allá—. Y colgó.

Me lo había pensado demasiado tiempo antes de llamarlo. Todo esto no habría pasado si Danna no me hubiera dejado sola. No... En realidad esto no habría pasado si le hubiera impedido a Chase entrar en mi casa.

Mi pierna se hallaba vendada, pero no había lesión alguna. Solo estaba lastimada. Aún así me habían ordenado reposo y fomento frío.

Danna me había traído hasta aquí y me había ayudado a caminar hasta el salón de ortopedia, pero se había tenido que ir después de una llamada urgente de Bill sobre algo que tenía que ver con salsa o que se yo.

Yo solo me preguntaba una cosa: ¿Ahora como iba a iniciar la Universidad?

La única amiga a la que conocía y que sabía que podía ayudarme era Danna, pero si a diario me acompañaba hasta que mi pie mejorara, se le haría tarde para sus propias clases. Además podían ocurrir contratiempos como el de hoy que me dejarían a la deriva.

Cerré lo ojos y dejé de pensar por un momento. Ya encontraría una solución para mis problemas, después de todo yo siempre tenía soluciones a la mano.

Claro, como mismo hallaste una solución para impedir que tus padres te mandaran al desierto. A más de 300 millas de distancia.

No queda tan lejos y como dice Tamy, no es un desierto.

Díselo al Gran Cañón.

El vibrar de mi teléfono me sacó de mi conflicto mental.

Ya llegué—. Dijo y yo solté un bufido.

—¿Te aplaudo?— pregunté con sarcasmo y luego me colgó.

Miré el teléfono confundida para después mirar hacia el pasillo. Varios médicos y pacientes caminaban entre ellos, algunos hablando y otros apurados, pero ninguno me llamó más la atención que ese chico de sudadera gris y pantalón negro que se acercaba a mí con el semblante serio.

Caminó hasta mi dirección y al llegar donde yo se quedó parado frente a mí. Yo comenzaba a sentirme insegura al tenerlo ahí, de pie mientras yo yacía sentada.

Solo Contigo, Maldito Biker (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora