|| Quatre.

880 84 19
                                    


La Fontana Lucine suele llenarse de personas cada vez que se lleva a cabo algún juicio o presentación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La Fontana Lucine suele llenarse de personas cada vez que se lleva a cabo algún juicio o presentación. Cuando eso pasa es normal perderse entre tanta gente y sobretodo, es difícil avanzar. Wriothesley no estaba para nada acostumbrado a la gentuza cotidiana de Aguarriba.

Trató de apresurar su paso pero era imposible entre tanta gente amontonada que se quejaba si se le acercaban demasiado. Empezaba a arrepentirse de no haber esperado por sus guardias, y es que aunque intentó no prestarle atención a las palabras del Juez, se vio tentado, y no pudo resistirse ante la curiosidad. Terminó por salir corriendo en busca de Neuvillette cuando el veredicto final había sido dictado.

De alguna forma quedó estancado en medio de la plaza y empezaba a agobiarse rapidamente. Miró a su alrededor buscando consuelo o algún camino libre hacia la entrada a Merópide y en eso, por suerte o desgracia, identificó el saco azul y el cabello albino del inconfundible Neuvillette, que se alejaba rápidamente hacia el puerto de Ferribuses.

Suspiró derrotado y no dudó dos veces en seguirlo. Aún no se sacaba de la cabeza las palabras dichas en los vestíbulos de la ópera y deseaba una explicación. Esquivó a las personas que se metían en medio de su camino hasta llegar a la calle -que estaba mucho más despejada a comparación de la plaza- y alcanzó al Juez.

- Monsieur. - Dijo en voz alta, pero no lo suficientemente fuerte para que otros lo escucharan. Neuvillette se detuvo en seco ante el inesperado llamado. Un molesto revoleteo invadió su estómago.

Sabía perfectamente el por qué Wriothesley lo buscaba y aún se sentía demasiado avergonzado por eso. Se volteó tranquilamente tratando de lucir como si no tuviera idea de nada.

- Wriothesley. ¿Pasó algo? Creí que regresarías a Merópide. - Habló con ese tono refinado y pacífico con el que siempre se dirigía a los demás, muy diferente a cuando casi devoró al Duque antes del juicio.

Wriothesley bufó ante lo ridículo que le parecía todo. - Claro, pero... en realidad quería hablar sobre..

- No te preocupes. Hablaremos de eso más tarde; tengo la certeza de que un evento tan desafortunado no volverá a ocurrir pronto con las nuevas medidas de seguridad que vayas a emplear en la Fortaleza...

- ¿Qué?

Neuvillette volvió a caminar, con intenciones de continuar con su recorrido al puerto de Ferribuses.

- No, no hablo del juicio ni nada relacionado a eso... sino antes de eso. ¿Dijiste algo sobre mi piel? ¿Escuché mal o lo malinterpreté?

- No sé de qué hablas.

- Sí sabes.

El silencio reinó entre ellos durante los siguientes minutos. Wriothesley lo miraba de reojo de vez en cuando, Neuvillette no parecía tener intenciones de hablar. Se estaban acercando al puerto y el Duque estaba empezando a considerar ciertas ideas que pasaban fugazmente por su cabeza.

- Eres un buen amigo, Wriothesley. Confío en que lo que te vaya a decir no cambiará la forma en la que me veas. - Finalmente dijo, rendido ante la irritante insistencia del azabache.

- ¿Te gusta mi pecho?

Juraría que de estar tomando agua ya la hubiera escupido. Neuvillette se aclaró la garganta con creciente nerviosismo y un intenso sonrojo invadió sus mejillas.
Wriothesley soltó una pequeña carcajada.

- Oh, no se preocupe, Monsieur. Un montón de gente se ha sentido igual que usted con respecto a mi físico, me atrevo a decir que estoy acostumbrado a ese tipo de comentarios. ¿Entonces supongo que lo que pasó en la Ópera fue por que..?

- Mira... - Interrumpió. - Últimamente me he sentido extraño y verte desarreglado me hizo actuar impulsivamente. Agradecería que no te tomes mis palabras tan a pecho.

- Ah, claro. Como usted desee.

La sonrisa del azabache si bien no desapareció, se había suavizado. Casi desvanecido, pero seguía ahí como un gesto incómodo que parecía ser por mera cortesía.

 Casi desvanecido, pero seguía ahí como un gesto incómodo que parecía ser por mera cortesía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Neuvillette pasó su lengua por la hilera de dientes que poseía. La aparición de un par de colmillos en donde deberían estar sus caninos resultaba muy curiosa como también preocupante.

Sabía que algo tenían que ver sus genes de dragón. Y la idea que se formaba en su cabeza cobraba sentido con cada pequeño detalle que se presentaba, asustándolo.

Sonaba irreal. Tenía que ser irreal.

¿Era siquiera posible? ¿Que sus instintos se estén despertando ahora, después de no existir durante más de dos mil años? ¿A qué edad llega la menopausia en los dragones? Ninguno de los libros que tenía en su biblioteca, ni siquiera los más antiguos podían darle aunque sea una mísera respuesta.

De lo único que estaba seguro, era de que Wriothesley era el causante de todo.

Con razón se sentía raro cuando se masturbaba.

Con razón se sentía raro cuando se masturbaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
| 𝘓𝘪𝘦𝘯, 𝘴𝘦𝘹𝘦 𝘦𝘵 𝘴𝘶𝘦𝘶𝘳 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora