{I} EL SECUESTRO

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Ruben

Me desperté con un fuerte dolor de cabeza, con las manos encadenadas y en una habitación pequeña y sin ventanas, estaba desconcertado, acababa de recuperar el conocimiento y no sabía dónde estaba ni porqué, mi cuerpo empezó a reaccionar cuando una voz conocida me comenzó a llamar.

Ruben levanta joder-. Era una voz dulce y fina que medio sollozaba.

Pude forzar la vista y logré distinguir entre la oscuridad una figura pequeña con cabello largo que por lo que podía llegar a ver y escuchar era Laura, mi novia.

¿Dónde estamos?- Pregunté, estaba claramente aturdido, como si me hubiera golpeado la cabeza.

No tengo ni idea, no veo nada y no puedo moverme-.

Intenté levantarme del suelo, pero caí, miré que pasaba y ví que las cadenas de mis tobillos estaban muy tensas como para levantarme y tampoco tenía fuerzas suficientes para hacerlo.

No puedo levantarme, ¿Tienes algo a tu alrededor?-.

Veo algo pero no llego a cogerlo-.

Inténtalo con los pies-.

¿Qué crees que estoy haciendo? Tengo las manos atadas no puedo hacer otra cosa-.

Yo tengo los pies atados, estamos al contrario-.

Entonces yo lo alcanzo y te lo tiro a ti-.

Estuvimos así un buen rato, empecé a desesperarme e incluso tuvimos alguna que otra discusión entre nosotros. Pero entre nuestros gritos de furia y desesperación Laura soltó un grito pero de alivio que me tomé como una victoria por haber alcanzado el objeto, que hasta hace un momento, era misterioso.

¡Es una linterna!-.

Estaba eufórica, como si acabara de encontrar la llave para abrir nuestras cadenas, pero en parte la entendía, algo era algo y con eso seguro que podíamos encontrar algo más útil para esa peliaguda situación.

De una patada llega-.

No falles por favor-.

Escuché como le dio el golpe a la linterna y el sonido de la misma girando por el suelo frío en el que me encontraba tirado y entonces vi algo brillante justo delante de mí, me estiré todo lo que pude hasta poder alcanzarla.

La tengo-.

Enciéndela a ver que hay-.

La encendí y lo primero que quise ver fue a mi novia, la alumbré con la linterna y se tapó la cara para protegerse de la luz en los ojos, cuando se acostumbró un poco me miró y se puso a llorar, estaba sucia, con heridas y muy asustada, me mataba verla así, una especie de ira me recorrió por la espalda hasta el punto que querer matar con mis propias manos a quien fuera que le hizo eso, que nos hizo eso, pero me calmé, porqué en situaciones así no sirve de nada la rabia, hay que ser inteligente y actuar con cabeza para salir con vida.

Vamos a salir de esta amor, te lo prometo-.

Los enamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora