3. Me salvó la vida

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Su madre había sido tajante con el tema, simplemente se negó y no dejó opción a que se hiciera diferente. Hasta cierto punto, Briseida apreciaba su carácter dominante, puesto que facilitó las cosas. Fue su madre quien habló con el general para calmarlo con el asunto de la mudanza y, a lo que le dijeron, no hubo discusión grave, pero el general no parecía feliz al momento de irse de la casa Wellington.

No hubo más visitas de su parte, pero solía mandar dinero en nombre de North, asegurando de esa manera que se estaba haciendo cargo de su nuera mientras su hijo no estaba. Era una manera de marcar territorio, recordándole a la duquesa que, al final, él tenía derecho sobre el hijo no nato de Briseida y eso comenzaba a aterrar a la joven madre.

—Ese hombre es igual a un rey entre los suyos —decía Katherine, quien bordaba chambritas de bebé con molestia y nada de habilidad—, sólo Dios sabe de lo que es capaz con tal de obtener lo que quiere.

—¿Lo conoces bien, mamá?

—Lo suficiente para saber que es peligroso cuando se le da la contraria —asintió—, odia a los nobles, siempre lo ha hecho.

—Pero él tiene un título también.

—Claro que lo tiene, se lo ganó en batalla, pero no es algo que le agrade, es más, si un día lo quieres hacer enojar, llámalo mi lord, verás como se pone rojo de ira —rio con burla.

—Debo admitir que cuando lo conocí, vi en él a un hombre solitario y quizá algo amargado, me dio las noticias sobre North con tanta frialdad, que incluso me duele pensarlo, supongo que estaba triste, es obvio que ama a su hijo —ella suspiró—. Pero me pareció sincero cuando me encontró en el hospital y se disculpó, ve en este bebé la esperanza de reencontrarse con su hijo. Si acaso North está muerto...

—¡Ni siquiera lo digas! —Katherine dio vuelta a su aguja y miró con desagrado su costura—. Es inteligente y muy convincente, Dios sabe que lo es, tu padre tuvo muchos problemas para contrarrestar sus aportaciones en la cámara de lores y ahora con la guerra está insoportable.

—Papá... ¿lo odia?

—Claro que no, tu padre lo respeta, pero no concuerda con él.

—Entonces la que lo odias eres tú.

—A mí no me agradan los militares, piensan que siempre tienen la razón, que saben todo sobre el mundo y me desagrada que no escuchan.

—Te escuchó cuando le dijiste que no me iría de aquí.

—Ah, no le des tanto crédito, lo hizo por tu padre, no pienses ni por un segundo que una mujer podría convencerlo de hacer algo que no quiera.

—En ese caso, es bueno que no fuera con él.

—Sí, por ahora —la miró—, pero si tu hijo nace varón y tu esposo no regresa, entonces tendremos problemas.

—No aceptaré eso hasta que alguien me entregue su cuerpo —en cuanto lo dijo, sintió una fuerte revoltura en su estómago.

—Jamás digas eso —su madre supo leerla y le tomó las manos—, North volverá a casa, ya lo verás.

—Malcome no volvió —le recordó—, ni tampoco el tío Asher.

—Mi pobre hermana —cambió el tema—, ha de serle insoportable.

—Es fuerte. —Briseida recordó a su tía—. Ella... parecía estar bien.

—Amaba profundamente a tu tío, Briseida, está destrozada, pero no puede hacerle eso a su hija.

—Lo sé, Deli parecía fuera de sí... casi enferma.

NORTH [Luz y Oscuridad]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora