10.

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—¿Qué pasa? —Preguntó Damon nada más entrar en su despacho, donde Robert le esperaba de pie.

—¿Parece que tienes prisa? —Preguntó Robert y esto hizo que Damon lo mirara.

—Veo por tu cara que no es urgente, y que no sea ninguno de tus sermones, ¡joder!

—¿Por qué has hecho esto, Damon? No pregunté quién es la mujer porque...

—Ella es una buena pieza. Fue amor a primera vista —Damon se rio de su propia broma.

—No trates a tu amor con ese lenguaje. Selena y yo te vimos... —Pero Damon se apresuró a cortar.

—Tú no me dices cómo trato a mis súbditos.

Robert lo miró fijamente.

—Bien, pero lo último que espero de ti es que la asesines. No tuvimos esta boda para...

Ignorándole Damon se dirigió a su mesa y sacó el cajón.

—No te hagas un nuevo récord. Entiendo que no te importe, pero esto no funciona así... —Subiéndose a su silla Damon derramó el polvo blanco sobre su mesa y lo separó cuidadosamente en tres líneas.

Damon cerró los ojos antes de empezar a resoplar.

—No todos tus matrimonios pueden acabar con tu mujer asesinada... — Pero entonces mirándole tomar su droga de tortura Robert gritó—... ¿Qué estás haciendo? ¡Tú! Por favor, es una mujer tan frágil. En este punto, mátala. ¡Uf! ¿Por qué tuviste que hacerlo complicado? Ojalá te hubiera visitado para averiguar con quién te vas a casar. Podría haberte detenido a tiempo.

Damon levantó los ojos de la mesa y se frotó la nariz antes de responder.

—No iba a cambiar nada. Te sorprenderá saber que fue ella quien me lo propuso. Vi a una chica preciosa y elegí ser un caballero —Robert estaba realmente sorprendido, pero sabía que el hecho de que tomara las drogas no era una buena señal.

No todos los días Damon elegía esnifar. Era exclusivo de cuando estaba cansado de resolver un caso por la mañana y quería torturarse por la noche. Le daba un fuerte estimulante. Y, hoy sí que estaba en pie desde la mañana y no quería dormir pronto.

Damon estaba inhalando la última y tercera línea cuando Robert preguntó.

—Entonces, no la castigarás por lo que hizo su hermano. ¿Verdad? —Esto hizo que Damon lo mirara.

Robert no le dejaba en paz. Si Robert no lo hubiera salvado varias veces poniendo su vida en peligro, entonces Damon lo hubiera matado por cuestionar su intención con su esposa.

Damon dejó caer el cuello hacia atrás y volvió a frotarse la nariz con el pulgar. Le estaba haciendo efecto casi al instante.

—No seas estúpido, Robert. ¿Por qué iba a hacerle daño a mi mujer? Pero recordarle a mi mujer que toda su vida me la debe, es un punto, además, esto puede hacerla obediente, ¿no? No renunciaré a ello —Damon se puso en pie y sus ojos se enrojecieron al instante.

La oleada de nervios estaba haciendo efecto.

—Ella se ha casado contigo. Y, prometió una sumisión. Entonces, ¿por qué? —preguntó Robert, pero la sonrisa alegre y el rostro atrevido de Aria hicieron que algo le oprimiera el fondo de la garganta a Damon.

Casi creía que era ella. Y, más que su infidelidad era su estupidez la que le dolía en cada vena del cuerpo. Mucho había pasado por sus pensamientos. Y, cada pensamiento tenía su estúpida planificación con Aria. Sus mandíbulas estaban apretadas cuando dijo.

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⏰ Última actualización: Jun 10 ⏰

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