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El sol pegaba sin piedad sobre la ciudad, haciendo que todo se sintiera caliente y reseco. Surge estaba sentado dentro de una no muy grande cafetería con Max, abanicándose con una carta.


«¿Te puedes creer este calor?» Surge se quejó. «Siento que me voy a derretiiiiiiir».


Max, que parecía no inmutarse por el calor, se rió. «No eres más que un bebé hecho y derecho, Surge. No es para tanto».


Surge rodó los ojos y se quitó las manos de la cara. «Uf, pero es que ni hablar de los lácteos calientes que sirven acá a todas horas, yo no entiendo cómo la gente viene aquí, incluso así. Te lo juro, es como si intentaran hornearnos vivos aquí».


Max volvió a reírse, divertido por la dramática reacción de Surge. «Tan dramático, como siempre. ¿Sabes qué? Tengo la solución perfecta. Vayamos al Snowtel. Allí se está bien fresquito y tienen uno de los mejores helados de la ciudad».


Surge se animó un poco al oír hablar de helado. «Helado, ¿eh? Bueno, supongo que podríamos probarlo, pero no es como si esas cosas me refresquen mucho. ¿Qué es ese 'Snowtel' del que hablas? Nunca había oído hablar de él».


Max sólo continuó revisando su teléfono y comentó casualmente mientras navegaba. «Ya verás, no queda muy lejos de acá, quizá le envíe un mensaje a la pequeñita, ¿has oído lo mal que lo está pasando últimamente? La pobre está trabajando el doble estos días, tratando de mantenerse al día con sus estudios y toda esa tontería mecha.»


Surge alzó una ceja, intrigado. «Construyendo de nuevo, ¿eh? ¿Qué hace ahora?».


Max se encogió de hombros, con los ojos fijos en la pantalla del teléfono. «Ah, ya conoces a Meg, siempre trabajando en algún que otro proyecto. Te lo juro, es como un pequeño torbellino, pero no falla en sorprenderme en algo tan familiar como la velocidad con la que trabaja».


Surge hizo un gesto despectivo con la mano. «Eh, Meg es un hueso duro de roer. Probablemente esté demasiado absorta en su trabajo como para notar el calor. Además, siempre tiene esa energía salvaje, y es genial, así que dudo que un poco de sol la frene».


Max se levantó de la silla, aún con el teléfono en la mano. «Supongo... vamos, entonces. No te preocupes por el recorrido, créeme, te va a encantar».


Surge siguió a Max, su curiosidad picada, salió al calor abrasador, inmediatamente protegiendo su cara del intenso sol. «Ugh, se siente como si acabáramos de entrar en un horno. ¿Realmente vale la pena derretirse por este 'Snowtel'?»


Max sonrió a Surge, sin inmutarse por el calor como siempre. «Claro que sí». Mientras seguían caminando, se sopló una ligera brisa que proporcionó un breve alivio del sol abrasador. Surge respiró hondo, aún escéptico. «Espero que tengas razón, Max. Más vale que sea un helado increíble si nos arriesgamos a una insolación».


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Lou estaba detrás del mostrador del Snowtel, jugueteando distraídamente con los dedos. El Snowtel estaba en medio de una zona poco recurrida, por eso, el negocio solía ir despacio, y Lou tenía mucho tiempo libre. 

Heart on IceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora