Días 16 y 17. Banco/Cardumen/Manada/Muerte/Espuma de mar.

54 12 23
                                    

Resumen: Sasuke solía vivir con su manada hasta que la muerte de su hermano sacudió su vida, haciéndole tomar la decisión de que era mejor vivir solo. El problema es que un molesto humano no le deja llevarlo a cabo. Continuación de Día 7.


Día 16: "Banco/Cardumen/Manada", Día 17: "Muerte/Espuma de mar"

Takaita Hiwatari

La manada de sirenas y tritones había detenido su viaje de migración cuando uno de los suyos no pudo avanzar más y cayó casi inerte sobre el lecho marino.

Se trataba de Uchiha Itachi, el primogénito de la familia. Desde hacía meses la llama de su vida se iba consumiendo lentamente debido a una extraña enfermedad. Las algas curativas y los tratamientos de los más sabios del mundo submarino sólo sirvieron para paliar los dolores, pero no curar su mal.

Sus padres, Mikoto y Fugaku y su hermano menor, Sasuke, nadaron con rapidez hacia él.

─¡Hermano!

El menor de los hermanos sostuvo una de sus manos entre las suyas, mirándole angustiado.

─Creo que ha llegado mi hora, Sasuke.

Mikoto sollozaba aferrada a su esposo, impotente por no poder hacer nada para salvar a su primogénito.

─No digas eso, hijo mío ─habló Mikoto─. Sólo necesitas descansar un momento.

Itachi negó con un suave movimiento de cabeza, cerrando los ojos.

─Solamente os estoy retrasando en vuestro viaje. Dejadme aquí.

─Hermano, no digas eso. ¡Aguanta un poco más!

El pulso se le congeló a Sasuke por un segundo cuando la mano que sostenía entre las suyas se desvaneció. De un momento a otro, Itachi se había convertido en espuma de mar. Un torrente de burbujas que danzó frente a sus sorprendidos ojos hasta desaparecer por completo.

Los tres lamentaron la pérdida de un miembro de su familia, siendo apoyados por la manada en su dolor.

Desde ese día ya nada era igual para Sasuke. Se movía ausente, todo el tiempo miraba entre la manada, esperando ilusamente encontrar allí a su hermano. No soportaba permanecer allí.

Finalmente tomó la determinación de separarse de la manada. No quería tener lazos con nadie, no quería ver a nadie más morir frente a sus ojos. Los lazos sólo provocaban dolor al perderlos. Estar solo sería lo mejor.

Vagó solo durante tiempo indefinido sin seguir las rutas de migración, tomando rumbos diferentes al resto.

Un día descubrió nadando a cierta profundidad lo que parecía ser un humano. Pero le intrigaba el hecho de que este humano parecía poder respirar bajo el agua, y sus pies y cara eran muy extraños. Su cuerpo en general era extraño. No era como los humanos que había visto antes.

Curioso se ocultó tras una roca saliente, observándole por largo rato. Parecía estar explorando y se entretenía con cualquier banco de peces que se cruzara en su camino, o miraba los corales y algas como si fueran lo más hermoso del lugar. Le vio nadar un poco más por aquí y por allá y después marcharse.

No le dio importancia a aquel extraño humano, pero dos días después se lo volvió a encontrar por la zona. Y una vez y otra vez se lo encontraba. Se limitaba a observar y seguirle desde la distancia, preguntándose siempre cómo era posible que aquel humano pudiera respirar bajo el agua.

En una ocasión le vio explorar un barco hundido y quedar atrapado en una red de pesca. Más de una vez dudó en acercarse, el humano llevaba forcejeando por liberarse un buen rato. Luego le vio nadar desesperado hacia la superficie, como si tuviera prisa por algo. Curioso le vio desprenderse de un objeto grande que llevaba en su espalda, quedando de paso su boca libre.

Mermay2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora