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Día 3. Luz de luna/Brillo/Luminiscencia.

Resumen: Naruto regresa a su hogar necesitado de una cura para sanar el maltrato recibido por los humanos. Un ruinoso templo en las profundidades del océano parecía ser la solución. Continuación del Día 2.

Día 3: "Luz de luna/Brillo/Luminiscencia"

Takaita Hiwatari

La llegada de Naruto a Luminaqua, su añorado hogar, fue motivo de celebración. Después de tres años desaparecido, todos daban por muerto al aventurero tritón.

Naruto recordaba que sus padres, Minato y Kushina, lloraron durante horas al verle. En parte de alivio y felicidad, en parte desahogando toda la angustia y dolor que habían cargado durante tanto tiempo.

Los padecimientos que soportó el joven tritón durante su ausencia fueron la comidilla de Luminaqua durante las primeras semanas. Todos estaban impresionados a la par de asustados por la maldad que algunos humanos podían poseer, cuyos corazones parecían estar corrompidos. En Luminaqua nunca habrían imaginado que en aquel lejano lugar llamado Konoha, las escamas eran algo tan codiciado.

Para todos era evidente el lamentable estado en el que Naruto había regresado. Sus escamas no mostraban la luminiscencia que recordaban y eso era peligroso para él. En Luminaqua, las escamas luminosas eran una útil habilidad, una herramienta de defensa que poseían contra los depredadores. Las escamas podían brillar con intensidad si el usuario lo deseaba, cegando al enemigo momentáneamente para poder escapar. Pero no sólo eso, cuando un tritón o sirena pretendían cortejar a otro, hacían brillar sus escamas cual cristales preciosos con luces parpadeantes. Si las intenciones de cortejo eran correspondidas, la pareja se desprendían de una de sus mejores escamas para regalarla a quien habían elegido como futuro compañero de vida.

Naruto por ahora no era capaz de defenderse ni de cortejar a nadie, aunque lo segundo de momento no era importante. Sus escamas brillaban, sí, pero en comparación a tres años atrás, era un brillo pobre y sin gracia en la gran mayoría de sus escamas. Sólo unas pocas conservaban su luminiscencia.

Los ánimos empezaron a calmarse cuando con el paso de los días las noticias sobre Naruto habían llegado hasta al último rincón de Luminaqua.

Aquel día, Naruto relataba a sus padres todo lo vivido con los hermanos Uchiha. Había esperado a un momento en que los ánimos estuvieran más tranquilos para hablar sobre ellos. Quería asegurarse de que sus padres le escucharan.

─Es un alivio escuchar que no todos los humanos parecen estar consumidos por la ambición en ese lugar ─comentó Minato.

─A pesar de lo que cuentas, no me gusta nada esa Konoha ─dijo Kushina con preocupación─. Estamos agradecidos con esos hermanos, pero Konoha parece ser un lugar peligroso'ttebane. Nada que ver con Suna y sus aldeanos. Todos ellos siempre han sido bondadosos con los habitantes de Luminaqua.

Suna era un poblado situado en una isla muy cercana. Apenas tres kilómetros les separaban. Eran humanos gentiles y no era extraño que algún habitante de Luminaqua tuviera alguna amistad en Suna, razón por la que a veces tanto tritones como sirenas podía emerger a la superficie para convivir con aquellas amistades. Los habitantes de Suna solían prestarles ropas ligeras debido al asfixiante calor tropical de la zona, e incluso les invitaban a comer. A cambio, los habitantes de Luminaqua ayudaban a los pescadores de Suna guiando auténticos bancos de peces cerca de la costa.

Luminaqua y Suna compartían una relación de amistad auténtica y genuina desde generaciones.

Sin ir más lejos, Naruto tenía en Suna a un buen amigo llamado Sabaku no Gaara. Cuando era pequeño recordaba pasar largas tardes jugando con aquel humano.