Capítulo 31

3.4K 258 71
                                    

HELENA!

—Fue hace bastante, igual —dijo rápidamente al ver mi cara.

—¿Entonces... —dejé la pregunta a la mitad para que él continuara.

—Esa foto que viste, fue hace mucho. Ni siquiera te conocía —confesó.

Fruncí el ceño.

—Conocí a Karla cuando la familia de Rodrigo se mudó a Buenos Aires, Agus la integró al grupo así como a vos. Comenzamos a salir y a hablar más seguido y luego de un tiempo, bueno... no sabía que había tomado una foto de la vez que nos-

—Perdón —lo interrumpí sintiendo un nudo en mi garganta. Me siento peor ahora.

—¿Por qué? —me miró confundido—. No tenés la culpa.

—No debí ignorarte... —murmuré.

—Estabas confundida y yo debí decirte antes, posta no creí que... —dejo la frase a la mitad.

—Ella me odia —aseguré—. Me odia porque aún siente cosas por vos —finalmente lo había entendido.

Había entendido todo y, ahora que lo pienso, era bastante obvio.

Al principio no entendía sus raras actitudes hacia mí, el hecho de que preguntara siempre por Ivan cuando él no estaba, o cuando fingía ser mi amiga y luego, cuando estaba con Ivan parecía enojada.

Dios, era más que obvio.

Tapé mi cara con mis manos frustrada. Entonces ¿todo lo que lloré fue en vano?

¿Fue simplemente una broma sin gracia de su parte? ¿solo para tratar de alejarme de Ivan?

—Que pelotuda que soy —escuché una leve risa y luego sentí sus brazos rodearme—. Salí, sigo enojada con vos.

—¿Por qué? —preguntó conteniendo una risa.

—¿Cómo que "por qué"? —lo fulminé con la mirada—. Me hubieras dicho antes, hijo de puta.

—No querías verme ni en pintura, ¿cómo querías que le hiciera? —lo empujé, apartandolo de mí.

Suspiré sintiendo esa presión en mi pecho desaparecer.

—¿Tenés hambre? —preguntó, como si pudiera leer mis pensamientos.

—Hoy no desayuné —recordé, y él me miró mal.

—Vamos —justo el timbre del receso había sonado así que nos dirigímos a la cafetería.

[...]

Tuvimos una extensa charla de la situación después de eso. Hablar con Rodrigo era la parte más difícil teniendo en cuenta que es su prima y que se nota que la quiere mucho, trató de defenderla diciendo que "ella no era una mala persona, solo estaba... enamorada. Sintió celos y eso la llevó a querer separarnos".

Decidí aceptarlo, aunque en el fondo yo sabía la clase de persona que era, lo mentirosa y manipuladora que podía llegar a ser cuando deseaba conseguir algo.

Esperamos pacientemente a que llegara a nuestra mesa como era costumbre, pero nunca lo hizo. Lo cual me tranquilizó bastante.

No quiero tenerla cerca otra vez luego de todo esto.

Apoyé mi cabeza en mi mano observando como mis amigos intentaban no hablar más de lo sucedido, sabían que me incomodaba. 

—¿Podemos hacer pijamada hoy? Solo vos y yo —propuso mi amiga.

—Bueno —sonreí sin poder evitarlo. 

Agustina era una de las mejores personas que había conocido, muy sabia además, ya que terminó teniendo razón en todo.

Ahora que lo pienso, no sé que sería de mi vida sin ella.

Termino el descanso y regresamos a las aulas. Como siempre, evité dormirme en la clase de matemáticas y luego de un interminable día regresé a mi casa acompañada de mi mejor amiga.

[...]

Todo volvió a la normalidad. 

No me volví a cruzar a Karla durante estos últimos días, cosa que agradecí. Seguramente Rodrigo habló con ella.

Suspiré relajada luego de que Agus terminara de aplicar la mascarilla en mi rostro.

—Ahora podemos ver una peli si querés —asentí—. Pero que no sea "dónde están las rubias" —crucé mis brazos ofendida—. Siempre ves esa, Leni.

—¿Y? —me encogí de hombros—. Me gusta, la vería mil veces más si pudiera y no me aburriría nunca.

Agus bufó encendiendo la tele y buscando mi película favorita.

Me acosté boca abajo apoyando mi cabeza sobre mis manos y viendo directamente a la tele, Agus se burló de mí pero imitó mi acción y juntas comenzamos a ver la película.

—Uh, pará —se levantó cuando su teléfono comenzó a sonar—. Es Rodrigo, ahora vuelvo.

—Decile al enano ese que no joda —la miré molesta—. Te vas a perder la mejor parte —hice un puchero.

—Solo será un momento. Además, me has obligado a verla tantas veces que ya hasta me sé los diálogos —reí y luego ella salió de la habitación para hablar con su novio.

Pasó un rato y regresó, su cara era felicidad pura y entró dando saltitos como niña pequeña cuando su padre le dice que si puede comprarle algo.

—¿Qué pasó? —era prácticamente imposible no hacerle esa pregunta—. ¿Por qué tan feliz?

—Oh, no puedo decirte —se negó—. Pero es algo increíble, ya lo vas a ver.

—Pero la puta madre —me quejé—. Basta loco, ya sabes que odio que me ocultes las cosas, me da ansiedad y no puedo dormir después.

—Es por una buena causa —dejó un beso en mi cabeza y volvió a acomodarse a mi lado.

Cherry lips ; spreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora