ᴇᴄᴏꜱ ᴅᴇ ʟᴀꜱ ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ || #2

𝗖𝗔𝗣Í𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗦𝗜𝗘𝗧𝗘

ʟᴇ ᴅɪ ᴜɴ ꜱᴏʀʙᴏ ᴀ ᴍɪ ᴍᴏᴄᴀᴄᴄɪɴᴏ caliente en mi mano mientras me preguntaba cómo había terminado a las puertas del enorme edificio frente a mí. Me había cambiado a un hotel más económico desde que Kenyu había regresado a Japón. Ni siquiera tuvimos que hablar, él solo me vio y...

—¿Lo disfrutaste?

—No hicimos nada. —aclaré— Porque él no quería hacer nada mientras yo tuviera algo contigo. 

—¿No le dijiste que somos amigos y que no soy celoso?

Me senté sobre la cama que habíamos estado compartiendo por semanas.

—¿Lo somos? —pregunté. Él asintió—. ¿Por qué no me lo dices? Tú me gustas. Yo te gusto. Nos entendemos en muchas formas. ¿Por qué nunca nos hemos atrevido a estar juntos?

—Cuando tienes una historia inconclusa no puedes empezar otra.

—A veces no lo necesitamos, tener un cierre como tal. Tomar nuestras cosas e irnos puede ser suficiente.

—A eso se le dice huir. ¿No es por eso que tu relación falló? —golpeó bajo—. No lo digo solo por ti, Valentina. He pensado en intentarlo. Tomé un vuelo después de una llamada tuya, pero no creo haber cerrado mi historia. Eso de dejarlo estar y que el tiempo la borre no me ha funcionado.

Contra eso yo no podía pelear. Lo entendía. También tenía mi respuesta. No me había molestado como se supone me debía molestar que él quisiera ver a su exnovia, así que lo dejé ir con una promesa en el aire. Cerraríamos nuestras historias.

Lo intentaríamos.

No significaba que correría a los brazos de Cristopher sin importar que había recordado lo bien que respondía mi cuerpo con él.

No podía estar ocurriendo.

Mierda.

Crucé casi corriendo la calle al edificio. No tenía nada planeado. Le pregunté a la recepcionista por las oficinas de Holland Corporation y en respuesta recibí una mirada de "es una broma". Me di cuenta que era un maldito desastre. Iba con falda de mezclilla azul que me quedaba más ajustada y corta de lo que recordaba, una camiseta de Zoro blandiendo sus tres catanas, unas botas Dr. Martens negras y una gorra cubriendo mi despeinado cabello. Nadie me dejaría entrar. Lo que era ridículo. No estaba pidiendo una audiencia con la reina solo quería ver a mi exnovio.  

La recepcionista levantó su teléfono para preguntar si podía subir sin cita, ya conocía la respuesta. Le eché un vistazo al guardia de seguridad que estaba por las máquinas que te permite entrar solo con identificación. Ya estaba tomando mala ideas. ¿Qué diferencia haría una más? Lo más probable es que fuera atrapada.

Sin perder un segundo tomé uno de los carnets de visitante que tenía la recepcionista y caminé lejos del mostrador. Me metí adelante de un grupo de personas que iban entrando para que no me pidieran identificación, el vigilante me atrapó con su mirada al instante, lo escuché llamarme, pero la adrenalina me instó a moverme más rápido. Por suerte cuando llegué a los ascensores había uno que se iba cerrando y me escabullí antes que pudieran atraparme. No es que lo hubiera perdido, había cámaras por todo el edificio, solo era cuestión de tiempo para que supieran a donde iba.

Las personas en el ascensor me miraron desconcertadas. Una parecía estarse planteando si debería taclearme y entregarme a seguridad. Tamborileé mis dedos en el vaso en mi mano, impaciente por llegar al penúltimo piso. ¿Por qué tenía que estar tan alto?

Antes de que el ascensor se abriera me coloqué el carnet de visitante, dispuesta a fingir que pertenecía a ese lugar. Caminé con confianza a las puertas de Holland Corporation. Rápidamente me di cuenta que no importaba cuanto fingiera, no había forma que me mezclara. Justo al entrar había un escritorio de cristal delicadamente estilizado, la recepcionista era todavía más elegante y encajaba bien con el lugar. Cuando me repasó con sus hermosos ojos me sentí muy juzgada, pero no podía reclamarle porque no me miró de mala forma solo que ella estaba tan pulcra que yo parecía que no me había bañado en tres días.