ʟᴏɴᴅʀᴇꜱ, ɪɴɢʟᴀᴛᴇʀʀᴀ - ᴅɪᴄɪᴇᴍʙʀᴇ
ᴍɪᴇɴᴛʀᴀꜱ ᴍᴇ ᴀᴄᴇʀᴄᴀʙᴀ a cerrar la puerta corrediza del balcón para que el frío no entrara, un pitido me avisó que el elevador estaba subiendo. Cada vez que lo escuchaba mi corazón se aceleraba, esperando algo que estaba tomando demasiado tiempo.
Cerré los ojos y respiré profundo.
Siempre me parecía que era un momento mágico cuando el ascensor de mi ático se abría y aparecía Valentina. Todo cobrara vida con su presencia. Además, era adorable ver la forma tímida con la que entraba y observaba todo como si esperara que algo hubiera cambiado desde la última vez que estuvo aquí. La mejor parte era ver como lentamente se quitaba los zapatos y descalza se acercaba a la venta para observar las luces de Londres antes de girarse para ir en mi búsqueda y aterrizar su magnífica boca en la mía.
Un beso lento y sexy se había convertido en mi forma favorita de romper el hielo.
Me gustaba que poco a poco se estuviera sintiendo lo suficientemente cómoda como para moverse por su cuenta por el ático y como se paraba frente a la cava por varios minutos mientras decidía que botella de licor probaríamos esa vez. En realidad, yo ya no bebía tanto, pero compartir una copa mientras hablábamos de nada era nuestro pequeño ritual.
Lo disfrutaba de una forma diferente.
—Sigo preguntándome si tienes un problema con el alcohol —dijo Valentina lanzándome una mirada sobre su hombro.
Ella pensaba que no me daba cuenta, pero sabía que le gustaba mirarme. Mucho.
—Ahora mi vicio es otro —dije mientras la repasaba lentamente y le daba una sonrisa arrebatadora.
Valentina tragó y se dio la vuelta, pero no lo suficientemente rápido como para no notar el deseo en sus ojos.
Nunca pensé que llegaría el momento en que me bastara solo con compartir el mismo aire e insinuaciones inocentes con otra chica. No necesitaba tocarla para sentirla. No necesitaba tenerla de frente para ver el fuego en su mirada. Y cuando ella me sonreía, esas pequeñas y esporádicas sonrisas genuinas, mierda, se me hacía un nudo en el estómago de los nervios, mi mundo se detenía.
Tenía que morderme la lengua para no decirle lo hermosa que era para mí y lo mucho que deseaba arrancarle la ropa y tenerla desnuda en mi cama.
Todavía no tenía muy claro por qué tardábamos tanto en probarnos dulcemente y hacer magia juntos. Nos deseábamos, estaba claro, pero cada vez que intentaba ir por ahí, ella se tensaba y ponía espacio entre nosotros. Así que tenía que reunir todo mi autocontrol para no presionarla y esperar que ella diera el primer paso.
Podía esperar.
No quería alejarla.
Tampoco quería apresurarme. La felicidad que estaba empezando a sentir me había tomado por sorpresa. Ni siquiera me dio tiempo de pensar en darme otra oportunidad en el amor, simplemente estaba pasando, sin mi maldito permiso.
Desde esa noche en la fiesta de mi hermanito me sentí tan atraído a Valentina que había sido como caer bajo un hechizo. No, de hecho, me sentí atraído a ella desde la primera vez que la vi en Paris.
Una noche ví a Rosé salir de un club, así que había pensado en acercarme a saludarla cuando apareció Valentina riéndose a carcajadas mientras todo ese montón de pelo rojo ondeaba libremente. Me quedé paralizado al otro lado de la calle. Parecía como si todo en ella fuera fuego.
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ᴇᴄᴏꜱ ᴅᴇ ʟᴀꜱ ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ || #2
RomanceEs el eco de la noche y las secuelas en el corazón los que me han dado las respuestas.