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Con sus diminutas manos tanteo el tronco, entonces de repente a sus dedos pálidos los rodeo un chakra azulado.

Enterró sus dedos en el tronco y así comenzó a trepar aquel árbol de más de 30 metros de alto.

Por otro lado el pequeño Inojin se detuvo luego de correr unos 70 metros, golpeó su frente con una expresión indignada.

—Olvidé preguntar como se llaman sus padres, además, aun si se su nombre no se donde buscarlos, ¿debería llamar a mamá o ir con ella?

Luego de dudar por unos momentos se dio la vuelta y volvió.

Al llegar nuevamente bajo aquel árbol, aparte de su pergamino, el pincel y la manzana no vio a nadie más, un tanto perdido recogió el pergamino.

De no ser por aquella desagradable letra, habría pensado que todo fue una ilusión, había querido hacerse amigo de aquella niña.

Sin embargo parece ser que no le agradaba.

Mientras pensaba en volver a casa, escucho de repente un extraño ruido sobre él.

Por reflejo levanto la vista, y de inmediato su expresión cambió.

La niña que pensó que lo había abandonado se agarraba firmente de una rama mientras en la otra sostenía una hoja.

La manos de la niña comenzaron a resbalarse, pero se negó a soltar aquella hoja y sostenerse con ambas manos.

(Debe ser importante) Pensó el niño.

Entonces pensó en algo, tomo apresuradamente su pincel y hizo un dibujo.

Hizo un sello, antes de decir. —Ninpo: Choju Giga.

Frente a él apareció una ave un tanto graciosa, suspiro con frustración, debia practicar más.

—¡Salta!

Hyuri bajo la mirada al oír su voz. No pudo evitar preguntarse que había hecho para tener tan mala suerte.

De no ser por las graves heridas en su cuerpo ya habría salido de esa situación, sin embargo le era imposible justo ahora.

Además de que su fuerza no era mucha, ya estaba al limite.

(Olvidalo, cuantas veces no he roto mis huesos, lo único diferente será que tardará más en curar) Pensó, convenciendose a si misma.

Cerró sus ojos, al mismo tiempo que apretaba contra su pecho aquella hoja de dibujo.

Espero por un momento, pero el dolor nunca llegó, con cautela abrió sus ojos notando qué estaba sobre un extraño animal.

Era blando, de un color morado azulado, parecía un pajaro, uno dibujado por un niño.

Con eso en mente, dirigió su vista hacia Inojin, qué tenía una expresión qué pedía un eligió.

Dudo por un momento, antes de abrir su boca, pero al final no salió ninguna palabra, en cambio espero a que Inojin subiera por completo al dibujo-pajaro.

Inojin noto su mano y pierna herida, pensando que su madre debía estar enojada por lo mucho que se había tardado en volver le sonrió a la niña.

—No se donde vives, primero te llevaré a casa, mamá te ayudará a volver, ¿de acuerdo?

—¿Volver...?— Repitió Hyuri en voz baja, lo que sorprendió al pequeño.

—¡¿Puedes hablar?!

Hyuri lo miro con expresión en blanco, como si mirara a un ser estúpido.

—Si puedes hacerlo, ¿por qué no me hablaste desde el inicio?— Murmuró, con algo de molestia.

Luna serpiente [Mitsuki] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora