CAPÍTULO V

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Una barahúnda posee mi vida. 

Transcurría el día sobre la cama hasta que Irlanda se fue. El ucraniano tenía curiosidad ¿de qué habían hablado con tanta seriedad? Apenas recordaba esos tres segundos en los que vio como Canadá se inclinó hacia ella. ¡Nada que pensar! Con un beso bastaba para ser feliz. 

Canadá: Iré a mis prácticas.— tomo su mochila y sonriente vio como Ucrania le abrió la puerta, parecía esperar algo— ¿Mm? Bye.

Se detuvo a verlo por unos segundos, aun Ucrania permanecía inmóvil. . . El beso de despedida no se hizo esperar, sus manos sujetaron su rostro y sus labios apasionados atraparon su labio inferior por dos segundos. Sí que disfruto su sabor. El ucraniano se preguntó si lo repetirían una vez más. . . Así fue, por varias semanas más. Memorizaba cada camisa y outfit del canadiense gracias a un beso todas las mañanas. Estaba por proponerle que fuera su tutor ante tal habilidad para estimular su memoria.

Ucrania: Wow, es increíble. . .— revisaba sus redes sociales contemplando la mejoría en las obras de la irlandesa. Ya pocas veces se hablaban, a veces una llamada.

Con los últimos rayos del sol se sentó en el balcón, no recordaba de donde venía ni a que le temía. Solo era él, un humano más viviendo sencillamente un amor dulce en soledad. Canadá aún volvería más tarde, se preparó un té como todos los días para esperarlo. Desde hace varios días solo lo miraba por las mañanas, ya que en los atardeceres caía en un sueño profundo.

Ucrania: Mmm~ ¡Ah! ¡No más té!— gritó molesto al derramar té sobre sus piernas, limpio todo y tomo un jugo. 

Faltaban unos minutos para las ocho, no se preocupó. Se fue a su habitación y recostado en cama verificaba los libros que llevaría a la academia la próxima semana, sin más apago la luz, se puso sus audífonos y empezó a jugar. Hasta que la puerta de la casa se abrió. ¡Lo consiguió! Permaneció despierto hasta su llegada después de tanto. . .

Se levantó sin emitir ruido, quería darle la sorpresa. Abrió su puerta y por una pequeña apertura lo miró. . . No llevaba consigo más que su mochila habitual de la cual sacó una caja de té. Se veía casi inexpresivo cambiándo la caja por otra. Su extraño comportamiento lo inquietó. El canadiense tomó sus llaves y se fue dejando todo como estaba. Intrigado el ucraniano se puso sus zapatillas y con su celular espero que bajara por las escaleras del departamento. 

Ucrania: Esas van en dirección al garaje.— se las ingenió para seguirlo, era muy bueno guardando silencio. Sabía que no podría espiarlo en el auto así que llevo consigo una de sus figuras de colección con un chip rastreador de mascotas.

El canadiense guardó cosas en la maletera y antes de irse abrió las ventanas para ventilar el vehículo. Ucrania de inmediato tiró con cuidado su figura dentro del vehículo, el canadiense se volteó sintiendo la mirada de alguien, pero pronto se marchó.

A través de su celular el ucraniano lo rastreaba, pero se arrepintió y lo dejo. Suspiraba de lo ridículo que se sentía por haber hecho todo eso de la nada, ¿por qué desconfiaría de él? Tal vez solo había comprado más té y ya. Probablemente, se fue a cazar pensó mientras se hacía un té. 

Ucrania: Tal vez. . .— antes de beber de su taza la dejó a un lado, la tarjeta del club estaba ahí. Rápido sujeto su celular, tal vez le mando un mensaje pidiendo que se la llevara. Pero no. 

Tras abrigarse bien y guardar la tarjeta del club se dispuso a salir, sin antes ver a su hermosa espada. . . No la necesitaba esta vez. La noche era muy helada como para estar en cama protegido, pero quería serle útil al canadiense. Reviso el chip y noto que se quedó estático en el bosque al lado del club. ¿Qué haces Canadá? Pronto marcho a su encuentro.

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⏰ Última actualización: Jun 15 ⏰

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Destellos en las sombras - Canadá x UcraniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora